CXL
LA INQUISICIÓN
píos y de dicha ciudad ele Córdoba, en virtud de los
poderes que ésta le confirió en su Ayuntamiento el
día diez y nueYe de agosto de mil setecientos y cin–
cuenta, cuya copia presenta; debiendo todo católico
informar y denunciar en el supremo solio ele vues–
tra señoría ilustrísima lo que pido y requiere el es–
piritual y temporal antídoto de su superior jurisdic–
ción para la extirpación de los mas enormes vicios
y herejías, instimulado de su conciencia, hace paten–
te a V. S.
l.
los mas sensibles y torpes que en dicha
ciudad ele Córdoba y su jurisdicción se cometen y
piden el más severo castigo, que, escarmentando á
los unos, sirva de ejemplar á los demás, pues dila–
tándose la referida jurisdicción por el curso de cien
leguas, es mucho más numeroso
el
gentío de ne–
gros, indios, mulatos y mestizos que hay, tanto en
la dicha jurisdicción como en la expresada ciudad,
que los espaiíoles, estantes y habitantes, y de tan pé–
simas y malas iuclinaciones y costumbres que no les
sugeta la razón por evidente qne sea, antes bien,
cuando se usa de estos medios, por más suaves les
obstina en su pecado
y
depravado proceder, por la
innata inclinación que
tienen generalmente á lo
peor, sin tener más uso de la razón que en lo r1ue in–
fluye y fomenta su malicia.
Y
porque en dichos negros, mulatos, indios y
mestizos está tan sumamente introducido el infer–
nal Yicio de hechiceros que, en mi-juicio, los más ó
mucha parte de los que hay, así en la dicha ciudad
como en la sobredicha jurisdicción, lo son, obser–
Yái)dose entro dicha gente la infeliz máxima de so–
licitarse los unos á los otros para discípulos y apren–
dices ele sus diabólicos artificios, y como son por su
naturaleza inclinadísimos
á
la venganza, tienen re-