í
CXXXVIII
LA INQUISICIÓN
por sus canas
y
empleos en la religión, por el honor
de su familia,
y
parientes,
y
más por la presenta–
ción de S.
M .
á
aquella Iglesia con la posesión inte–
rina, parecía que el remedio era cortar el escándalo
atendiendo al honor del padre Arregui,
y
obviar que
en lo futuro le diesen otras licencias semejantes las
·
nuevas ínfulas del obi'spaclo. Esto es, prohibirle sin
descrédito el predicar
y
impeclide el consagrarse,
pues ya ochenta años prometían corta su vida.
Que para lo primero (abstrayendo ele que la Inqui–
sición de Lima haya tornado alguna providencia
cuando llegue el remedio) si por V. A. ó el Santo
Oficio se le prohibe, será muy doloroso y ele nota si
se sabe, y parecía que produciría el mismo efecto
una carta secreta del padre confesor, en que, dándole
á entender escribía de conformidad con V. A. y ele
orden de S.
M.,
le previniese la abstención ele púl–
pito y pláticas y que haría mucho desagrado al Rey
cualqtüera falta ele su observancia ele esta resolu–
ción, la cual podrá también practicarse aunque esté
consagrado.
Que para lo segundo, sólo sabe ha mucho tiempo
que se pidieron las bulas, nías no só si han venido,
ni aquí tiene ele quien instruirse con certeza, porque
quien lo sabe es don Pedro ele OliYán, agente de
S.
M.
en esa corte, por lo que suplico á
V .
A. en–
cargue á persona de quien Oliván no pueda sospe–
char, providencia de oficio, sepa de él si han Yenido
y están pasadas por el Consejo y remitidas, paraque,
no habiendo venido
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no estando pasadas, se impida
el paso con otro pretexto, y aunque esté dado, si no
se han remitido, se discurra providencia de detener–
las.
Y
que V. A. vea si es á propósito esta resolución