CXXVIII
LA INQUISICIÓN
A no tener conocido el celo de V. S. y cavilación
de mis contrarios en coger mis papeles, jn2;gara des–
cuido el no haber tenido respuesta de V.
s·.
á dos
que le tengo escritas, dando cuenta de cosas tan im–
portantes al servido de Dios, nuestro señe>r, extir–
pación de herejías
y
otras cosas tocante:? á este San–
to Tribunal, y así juzgando no han llegado á él, he
querido hacer antes estos renglones para que S. S.
esté advertido de lo que pasa Eln este obis·pado, tan
digno de remedio, el cual pende de V. S., con quien
Su Santidad y los obispos descargamos nuestras
conciencias.
Algunos días después de llegado á este mi obis–
pado traté de visitarle,
y
por esta causa como por
mandar quitar de las oraciones tradúcidas en la len–
gua de esta tierra, en que se contienen algunas here–
jías contra el nombre ele Dios, poniéndole el de
. ídolos, y contra la generación de Jesucristo, nuestro
señor, virginidad y pureza de su Santisima Madre,
q~1e
en el avemaría está puesta nna palabra com–
puesta qt1e significa junta de varón y mujer, y en el
nombre del Verbo _Eterno y su generación, nombrán–
dole con el mismo nombre que los indios·]Jarnan el
semen generativo, se me ha levantado la persecución
que tanto por allá habrá sonado cuanto escandaliza–
do esta provincia, pues conocido el error, todo lo más
de ella ha enmendado el yerro de la herej ia material
que juzgo vendrá á ser formal · en quien recono–
ciendo el yerro no lo eómendase, como no lo han
querido hacer ni hacen los !)adres doctrineros de la
Compañía de Jesús, que corno ignoran la lengua de
que tanto presumen, anteponiendo la vanidad mun–
dana al servicio de Dios, nuestro senor, perseveran en
este error. como también en el de persuadir no se te-