DOCUMENTOS
XXIII
güenza de las que suelen, les desterró mi teniente, y
no les volví las armas por temerme de alguna trai–
ción y porque de tierra de guerra como ésta no se
acostumbra dejar á ninguno sacar armas. A los que
no eran de esta liga, se las volví; y, cierto, entiendo
fué permisión de Dios que estos saliesen, porque,
cierto, si ellos quedaran en ella, la revolvieran, y
acá no quedan seis hombres que me tengan enemis–
tad de doscientos y veinte que hay en la tierra. Y, me–
diante Dios, cuando ésta llegue á V. E. yo la terné
tan sosegada como está esa. Esa gente suplico á V.
E.
no me vuelva á ella, porque harán mucho mal
y
acá no tienen méritos, mas de haberme á mi preso.
Bien sé que habrá en los Charcas mucha grita por–
que los semejantes tiranos han hallado allí socorro
y favor. Bien sé también quel Presidente ó Haro ha–
rán información contra mi y que tomarán por testi–
gos estos mismos que yo desterré, que no faltará
quien les persuada que digan más de lo que vieron y
oyeron, y cualquiera dellos que tome la información
le tengo por tan sospechoso como á los que me pren–
dieron, y que no tomarán por testigos á dos religio–
sos que van con ellos, ni á los demás que van á sus
negocios y mercaderías, sinó á los desterrados y ti–
rauos que me prendieron. Yo procuraré, si algunos
quedasen de los culpados, de les perdonar y hacer
buen tratamiento y tener á todos los que acá quedan
sobre mis ojos y en todo hacer lo que siempre he
hecho, que es serVir á S. M. hasta la muerte, como
V.
E.
Yerá y oirá. Suplico á V.
E.,
como á señor
mío tan cristianísimo, si por ventura allá llegaren
algunas invenciones de las questos jueces suelen in–
Yantar contra mí, ó algunas quejas, que, como be–
nignisimo seiíor, guarde el un oído para mi, infor-