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XVIII

LA INQUISICIÓN

mujer y del·Licenciado Haro, el alcaide le dejó an–

dar suelto por la ciudad, y se iba y venía de día

y

de

noche en casa de ambos á dos, y allí se hacían las

consultas contra mí; y á ios que salieron

el&

Tucu–

mán y me trajeron preso, les procuraban hg,cer mis

enemigos y amigos del Zorita, y publicaban bandos,

sin haber ocasión para ello, sólo á efeto de hacer

mal; y con cuantas molestias me hicier9n, nunca

hombre de mi casa echó mano á la espada, porque

se lo mandé yo, y entendí que no deseaban otra cosa

sinó que me desmandase, y para ello me daban gran–

des ocasiones para me destruir; y al fin me guardó

Dios mi entendimiento y tuve la pacienciaque todo

el n'}undo ha visto y entendido. Jueces q1.10 esto ha–

cen y lo que luego diré, vea V.

E.

si son jueces ó

tiran-os, si desean servir al Rey ó alterar la tierra,

pues no podré contar á V.

E.,

por más memoria que

tenga, la décima parte de las exhorbitancias que es–

tos dos jueces han hecho contra mí y yo he sufri–

do . Procuraron también con todas sus fuerzas quel

Obispo me inhabilitase ó me desterrase de Tucu–

mán, y trataron con don Gabriel Paniagua que pre–

tendiese la gobernación, ya que no pudieron darla

á Juan Pérez Zorita, y segund fama, la envió á pedir

al señor gobernador Castro, todo por me echar á mi

della. Y para esto efeto dejaron salir ele la cárcel á

Jerónimo Holguín, que es el general que se hizo por

su propia autoridad para me prender, y aunque se

envió á pedimiento del fiscal un alguaei l por él, le

mandó el Presidente que no·le siguiese, y así pare–

ció, porque el alguacil se volvjó otro día diciendo

que se le había cansado un caballo, sin haber cami–

nado tres leguas. Finalmente, 61 se fué por ,sus jor–

nadas

á

Lima y volvió y estuvo preso

y

lo condena-