XXVI
LA INQUISICIÓN
dormir ni á comer, que me dijeron cómo de nuevo
Francisco de Aguirre había muerto un vecino sin
proceder contra él,
y
que había preso á otros
y
que
había quitado los indios y desarrnado
á
muchos y
había armado y acrecentado la guarda de _su per–
sona, y que en la cibdad de Tucumán hacía una
casa fuerte con foso y c'ontrapared, en que mete tres
6 cuatro mill hanegas de comida,
y
que de Copia–
pó le habían enviado uná pieza pequeua y antigua
de artillería, y que había enviado á pedir á sus hi–
jos y yernos, gente, y que la administración de la
justicia y guarda de los pueblos tenía puesta en las
personas de menos prendas y de quien más se
fiaba y con orden de lo que habían de hacer; y otros'
vecinos que desterró, por vía de Chile, que, yendo á
esa cibdad, en Arica supieron que yo venía á este
negocio y me vinieron á buscar, me dijeron que
Francisco de Godoy, su yerno, tenía quince ó vein–
te hombres · en Coquimbo y Copiapó, de los que se
habían huido del trabajo de la guerra de Chile y
servicio del Rey, para entrar por otubre
ó
noviembre
á socorrerle y servil'le; y de los des te pueblo he sabi–
do que por este camino que yo he de ir entraron ca–
torce ó quince soldados y que se andaba aderezando
otra buena cuadrilla para entrar á servirle, con un
padre, grande amigo de,Francisco de Aguirre, que
iba proveído por vicario de
aquellas provincias; y
Antonio de Robles, que virl'o de.sa cibdacl, y otras
personas que vinieron del Cuzco y Ariquipa y Arica
y otras partes dijeron y publicaron lo que V. Md.
había proveído y mandado, y no me aprovechó ne–
garlo para que no se hubiese por cierto. :t\ürando y
considerando mucho todos estos avisos y lo que
más convenía, y pareciéndome que Francisco de