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LA INQUISICIÓN
«Para la absolución, se trujo la fuente del altar,
do~de
estaba sobrepelliz y estola, y habiéndosele
puesto al señor licenciado don Juan de Mañozca, su
señoría hizo las preguntas de la fe
á
los que habían
de ser reconciliados, y les absolvió por el
Manual.
Mientras se decía el
Miserere mei,
se les iba -dando
á los penitenciados eon unas varillas de membrillo
que estaban prevenidas para esto. Llegando en la
absolución al lugar en que se cantó por los músicos
el himno
Veni Creator spiritus,
se descubrió la Cruz
de la 9atedral y la de las parroquias, y quitado el
velo negro, repicaron.
<<Acabada la absolución y oraciones, á que Su
Excelencia
y
los se'ñores de la Real Audiencia estu–
vieron de rodillas,
y
todas las personas que se ha–
llaron presentes, se dió fin al auto una hora después
de la oración, adelantándose este día á los mayores
que ha habido en estos tiempos. Salió el señor Vi–
rrey y seiíores de la Inquisición
y
de la Real Audien–
cia á la plaza, donde subieron
á
caballo
y
á mula; y
habiendo llevado Su Excelencia y acompañamiento
á los seflores Inquisidores y
á
las casas de la Inqui–
sición, en la forma que habían venido,
y
despedídose,
y
los seflores oidores del Tribunal, Su Seüoría le
dió al Virrey singularísimos agradecimientos por la
cristiandad, celo
y
cuidado con que había mandado
disponer tantas cosas para majestad del auto de la
fe,
y
á
los seiíores de la Real Aud iencia. Volvió Su
Excelencia
á
palacio, acompañado de los Tribunales,
cabildos
y
colegios
y
demás acompaflamiento con
que había salido por la mañana,
y
llegaría como
á
las ocho de la noche.
«A este tiempo los Padres de Santo Domingo
y
algunos familiares llevaron la Cruz Verde, muy