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LA INQUISICIÓN
efecto, continuaron ejerciéndolas, aunque al pare–
cer sólo
en
el nombre, hasta que en 1535 el inquisi–
dor general de España don Alfonso Manrique, ar–
zobispo de Toledo, concedió el titulo de inquisidor
apostólico al obispo de México don Fr. Jnan de
Zumárraga con facultades omninodas paraestable'cer
el Tribunal, nombrar los demás ministros y atender
á los meclios de proveer
á
su subsistencia.'· Aquel.
prelado no creyó, sin·· embargo, llegado el caso de
proceder al establecimiento de la Inquisición, ha–
b.iéndose limitado
á
celebrar un aut.o ele fe en que
quemó vivo
á
un indio, sefíor principal de Texcooo,
hecho bárbaro que lo valió una merecida reprensión
de parte del Inquisidor General.
2
Con poderes ámplios para pesquisar
y
castigar
los delitos tocantes á la fe3
llegó más tarde á Nueva
España el visitador Francisco Tello de Sandoval,
quien,
~in
duda
á
causa de los disturbios que motiva–
ron las
Nuevas Leyes
que iba
á
establecer, no tuvo ..
tiempo de ocupat'se de su oficio de inquisidor.
De este modo, pues, 'de hecho,
el
Tribunal de la
Inquisición · sólo se vino á · establecer en México
corno en el resto de América cuando así Jo dispuso
Felipe II por su cédula ele 25 de enero de 1569.
Examinemos ahora lo que
á
este respecto había
ocurrido en la América del Sur.
Desde el rescate de Atahualpa llevaba el Perú la
fama ele ser un país cuajado de oro. Ante la especta–
tiva de una pronta riqueza, innumerables aventure-
1.
Garcla Icazbalceta,
Don Fr. Juan
de
Zumán·aga,
documento
número 17,
2.
Riva Palacio,
Mexico
á
tra·ves de los siglos,
t. II,
pág.
410.
3,
Cedulano de Puga,
t.
1,
pág.
4
s2.
Lo. comisión de Sandoval
lleva la fecha de 18 de julio de 1S43,