EN EL RÍO DE LA PLATA
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el general Pedro de Arana, que fué
á
prender al di–
cho gobernador, se había aprovechado de sus ha–
ciendas, levantándole en ello testimonio, fué conde–
nado en quinientos pesos
~nsayados
para gastos,
y
en reclusión en un monasterio ó iglesia por diez
días. La sentencia se pronunció en esta razón
y
no
está firmada del ordinario. El reo se apeló,
y
vuelto
á ver en consulta el negocio, se confirmó la senten–
cia en cuanto á la pena pecuniaria,
y
la reclusión se
conmutó en un año de destierro de esta ciudad y de
la del Cuzco>>.
Por fin, formóse otro proceso contra Luis de San
Román, natural de Burgos, «sobre que trayendo
Pedro de Arana preso
á
Francisco de Aguirre, con
personas de guardia, estando en la villa de Potosí con
el dicho reo, [donde] á la sazón era alcalde ordinario,
á
pedimiento de un particular que pidió ejecución
en un hombre de la guarda del dicho Francisco de
Aguirre, que le había sacado el dicho Pedro de Ara–
na de Tucumán para el dicho efecto, por virtud de
una obligación, pasado el plazo más de doce años,
lo cual mandó haeer el reo
y
se hizo
y
se le sacó un
caballo de su poder de la guarda, parece que cerca
de tomar
á
esta guarda cierta declaración y el dicho
Pedro de Arana no dar lugar para ello, por estar
ocupado en la guarda del dicho Francisco de Agui–
rrc y ser el de quien más se fiaba, en la plaza de
Potosí el dicho reo alcalde se atravesó en palabras
con el dieho Pedt·o de Arana, y él y otros sus amigos
le rempujaron é hieieron caer la capa
y
le
t~ajeron
de una parte á otra y le hicieron otros malos trata–
mientos; y á dos hombres que traía consigo, que
venían desde Tucumán en guarda del dicho Fran–
cisco de Aguirre, el dicho alcalde de Sant Román
Y