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-.52-

sion, una noche en que llegué

á.

mi

casa

á

hs

~ueve

de

la noche,

acabá:1do~ne

de quitar los há,b ito3, entró de

repente

á

mi casa la sierva d-e

D~os,

y

no me acuerdo

con que pretexto; soio sí

me

acuerdo

fué grande el

consuelo

c~piri.tual

que me dió, de que me hallaba muy

atribulado; y sin comunicárselo yo,

me fortaleció

y con–

fortó, alentándome

á

pr6se-gwr en lo

come.nza.do;

y

a,d–

vertí que solo siendo enviada de Dios

po li::tn ser

tales

circustancias, y

la de

conocerme

mis

atl tcc iones.

Este

sacerdote perseveró en gran virtud y p.erfeccion, ha:3ta

la muerte.

·

Viviendo una mnger en mal estado, en

na

casita per–

teneciente al

B

~;~,terio,

vino á mandar h:.toer una camisa,

y

a:1nque la sierva de Dios no acostumbraba coser para

nadie_, sin embargo, admitió dicha costura,

en la

cual se

esmeró co:1 tanta prolijidad, y habiendo

ac::t~ado

dicha

eamisa

y

entl·e ,')'áü<lo.) ela

á

su dueño, lue6o se la pugo el

hombre para quien se babia hecho:

inmediatamente

le

dió el Señor auxilio de ponerse en gracia de Dios,

C:1-

sándose con la dicha mug3r,

y

así se efectuó luego,

y

le

.sirvió la Gamisa para dicho desposorio: y viendo

lo que

le pasab.a, agradecida vino

á

darle las gr acias y contar-

1 ~

lo que le habia pasado

á

la· sierva de !Xos; .

y

de todo

lo

dicho

~ea11

infinitas

~~:1ci::ts

á;

Dios.

El suc eso siguiente refiere mi hermana Doña .1\farga–

rita P er ez de Valenzuela, en un papel que escribió

y

es como si,2;ue:

<<Habie~1do

venido de España

á

e<:lta ciudad un caba–

llero con su familia enter a, en la cual vir.o un sobrino '

del dicho caball ero en ]a eda.d de muchas traYesuras,

segun él mismo me habia dicho; aconsejándoL yo que

viese q uo est<tba en ti erra muy

arr ie~ada,

y

que se

portase con mucha prudencia. E ..;te caba,1lero mozo fre–

cuentaba mi casa, donJe muy continuamente se habla–

ba de las virtudes de la sierva de Dios. Dentro de poco

tiempo le sucedió un trabajo con una niña de muchas

obligaciones,

y

habiendo reconocido sus deudos el tra–

bajo, trataron de la venganza de uno y otro.

.