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......... 113-

~in

n1ancha,

y

los pastores-santos. Nada falta

á

la;

égloga, ni el sonido de las

campanas,

este gran argu–

rnento del autor del Genio del cristianis1no."

140.

Penetre1nos Inas en el asunto. Si se

tratára

de pueblos salvajes, con todos los apéndices de tau

hun1illante

co1~dicion,

nadie·

hnb~ia

qne no llamase

bienhechores á l_os que e1nprendieran la santa

y

hu–

Jnanitaria tarea de domesticar

y

civilizar

á

esas pobres

gentes. Entonces, es decir, al principio, habrá 1nedios

ó

sean instituciones, que serán las únicas que puedan

emplearse con provecho, atendida la índole

y

capaci–

dad de aquellos en cuyo servicio so trabaja;

y

repitien–

do las palabras del P. Charlevoix, "el genio lirrlitado

de los neó·fitos exijia que los padres rrlision_eros

en~ra­

sen en todos sus negocios, tanto por lo temporal como

por lo espiritual." Bueno y laudable seria tmnbieu

entonces

saber lo que cada indio saeal>a de su ti eera,

y

que

el

can1bio c1ue hacian de sus frutos, fuese bajo

de la inspec0ion del padre jesuita.

Peeo todo esto

y

1nas, que seria conveniente

y

aun necesario en la pri–

mera edad de esos pueblos, no poclia rnerecer tale3

nombres en las siguientes edades.

Porque en verdad, cada edad

y

condicion de

1a

vida

do

los individuos

y

de los pueblos, asi co1no tienen suti

necesidades propias, tienen igualn1ente sus institucio–

ues

y

oportunos retneclios. La infancia

y

la pubertad

necesitan la autóridad prolija é ilimitada del padre de

fa1nilia; pero hasta cierto tien1po que señalan las le–

yes,

y

n1as allá del cual seria inoportuna, pues la

tutela no es el estado natural

y

perpetuo en la vida

de cadé¡t hombre. ¿Por qué pues los padres jesuitas tra–

taron sien1pre

á

los indios del Paraguay como

á

pu..

pilos

y

neófitos? Sin contar el

ti ~mpo

en que- otros

Jni.sioneros

esparcier~n ,antes

la

l.~z

del evangelio en

el Paraguay, pues qu1za no

pasarü~n

por esto los

,pa–

dees jesuitas en el caso de que se trata, en1pezaren1os

la época por los rnisioneros de estos. Desde entónces

h~sta

el siglo 18, habia pasado n1·:ts del t jernpo sufi–

ciente, para qnc

los indios dejaran de ser pupilos

y

neófitos,

es decir, r ecien conver tidos á la fé cristiana,

como sucedía en otras r ej iones,

~I éji co,

por ej emplo,

v

el

P erú.

" 111.

Los indios oran 1nenos · que

pupilo s~

y

los

1.5