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tnas que
aparento imparcialidad,
y
haga &larde dé
pre–
sent_!lr
su libro para "los
que
no
tienen
sed de
menti1·a
" ni
necesidad
de
tinieblas,
en
el
cnal la conciencia del
" histo.dador
se
sostitnyc
á
1n.s
apoteosis
y
á
las calmn–
' ' nías,
y
en dcrnde
la
severillad inflexible
de
la
historia
" , ocupa el lugar de todas las fábulas y de todos los er–
" rores, de
t'l(~as
lq.s li sonjas y de todas las sátiras"; por
mas ilnparcialidacl
que
aparente, volvamos
á
decir,
el
panejirista historiador, no necesitará mucho el lector
· despreocupado para acertar en su juicio,
y
conocer sin ·
gran dificultad, de que parte estan
las
fábulas
y
los er–
rores
y
las 1isDnjas
y
las sátiras y
la
sed de
~entira
y
la
necesidad de tinieblas,
y
de cual la conciencia del his–
toriador
y
la severidad inflexible de la historia.
Nos–
otros no hen1os engañado á nuestros lectores, sino refe–
rídoles los
he~hos
sobre los documentos, que para tener-
,
los po1· errados, no seria bastante prueba una si1nple
afirmativa ó el deseo de que lo fueran. Sobre la palabra
de jesuitas, sobre sus propios textos nos hemos fnnda-
'
~lo,
cuantas veces hemos podido: los raciocinios han es–
tado al alcance de todos. Por (')tra parte, la verdad
no
puede estar en contradiccion consigo misma.
En
nuestro humilde juicio
lVL
Oretineau-Joly ha ele–
jido mal camino en la clefensa
y
panejírico de los jesui–
tas, prefiriendo hablar en el siglo
19
el propio lenguaje
del 16 y ostentando,
á
fuer ele partidario, una cred uli–
dad insoportable, que él mismo llegó
á
notar, como si
se avergonzára. Ello es que firme en su propósito, pa–
rece que todo lo sacrificára, hasta la verdad, no diga–
mps ya el respeto
y
la
~1ecencia
con que deben) ser trata–
dos los adversarios, en defensa de sus protejidos, con
una sistemada
é
impía prevencion contra el virtuoso Cle–
mente
XIV. Los
lectores
hq.n
de verlo: demos ya prin–
cipio.
52.
Empieza nuestro escritor haciéndose cargo de lo
que se
ha
dicho contra las constituciones de la compa–
ñia,
y
lo hace de una
n1an·era,
qne no puede menos de
llan1ar !a atencion de los lectores, pues dice,
así-"La
historia debe consignar en sus pájinas estas objeciones,
que
110
dejan
de tener
~lDC\ f~~er~a
imponente;
y
par~