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Gl

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serable y hmnillanie condicion, nadie habrá que no

califique de feliz hallazgo cuanto contribuya

á

domes–

ticar y civilizar esas pobres gentes, así como de bien–

hechores á los que tengan parte en obra tan santa y hu–

manitaria. Entónces, al principio, habrá medios,

ó

sean instituciones, que serán las únicas que pue–

dan emplearse con provecho, atendida la índole y ca–

pacidad de aquellos en cuyo servicio se trabaja, y re–

pitiendo las.palabras del P. Charlevoix, "el génio li–

mitado de los neófitos exigía que los padres misione–

ros entrasen en todos sus negocios, tanto para lo tem–

poral como para lo espiritual." Y luego ¿quién no

aprobaría, que en cada pueblo hubiese una escuela ·

para leer y escribir y otra para 1núsica y danza, y ta–

lleres de plateros, carpinteros, tejedores, fundidores,

y demas artes y oficios útiles? Decimos lo mismo del

cuidado de que tuviesen los indios sus -casas cómodas,

aseadas y regularmente amuebladas; así como de re–

glar el trabajo de las mugeres, distribuyéndoles al

principio de la semana cantidhd de la,na

y

algodon,

que entregaran hilado en la t:ilJrde del sábado. Bueno

y

laudable era tan1bien por entónees, saber el padre

jesuita lo que los indios sacaban de sus tierras,

y

que

el comercio

ó

cambio qu.e hacia ele sus frutos fuese

bajo de. la inspeccion de quienes los velaban, con

cuanto mas refiere el mencionado padre én su histo-·

ria; pero cosas que serian convenientes

y

'aun necesa–

rias

y

dignas de alabanza en la prin1era edad de esos

pueblos, no podían merecer el mismo nmnbre y cali–

:ficacion en las siguientes.

En verdad, cada edad y condicion de la vida de los

individuos

y

de los pueblos, así como tienen sus necesi–

dades propias, tienen igualmente sus instituciones

y

oportunos remedios. La infancia

y

la pubertad nece–

sitan' la autoridad prol\ja é ·ilimitada de los padres

de familia; pero hasta cierto tiempo que señalan las

leyes, y mas allá del cual seria inoportuna, porque la

tutela no es el estado natural

y

perpetuo en la vida

de cada hombre. ¿Por qué pues los padres jesuitas

mantenían en eterno p11pilaje

á

los .in<lios? Sin cons