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nes,
habiendo yo visto y esperimentado lo mas de lo
que llevo referido."
§
69
301. Los anteriores documentos pondrán á
nues~
tros lectores al corriente del verdadero estado de los
pueblos del Paraguay, de cuyas misiones estaban
en~
cargados los padres de la con1pañia. En la variedad
de relaciones, no es posible que el lector despreocu–
pado forme una idea tan favorable de la administra–
cion
y
celo de estos padres,. que todo sea virtud y mi–
sion apostólica, para corresponder al sentido propio
de esta palabra, y calificarse merecidamente de ser
eco
ó
repeticion de lo que hicieron los apóstoles en la
primitiva Iglesia, á la cual se han c01uparado las mi–
siones del Paraguay.
El cristianismofeliz
es el nombre
que les ha dado el erúdito Muratori; pero es conve–
niente tener
á
la vista lo que dice al caso un escritor:
"habría sido de desear, por el bien de la Iglesia y el
honor del docto y laborioso Muratori, que hubiese
visto las memorias del P. Norberto; en cuyo :caso se
habría abstenido de componer sobre las cartas de los
propios jesuitas y las instancias que le hubiesen he–
cho. Se refiere que antes de su muerte dijo á sus
ami~
gos, que esa historia era un romance, y se arepentia
de haberla compuesto. Las miras políticas de la com–
pañia en este punto fueron .conocidas en Italia, para
que la obra de Muratori neutralizase lo que el P. Nor–
berto escribía contra los jesuitas."
[146]
Tambien el distinguido y elocuente Chateaubriand
ha llamado al Paraguay, en su
Génio del Cristianismo,
la
República cristiana.
Pero quien lea las páginas de
este escritor, parece que hallará n1as brillo que soli–
dez de' pensamientos y veracidad en la relacion: vean
un ejemplo los lectores-"Era el Paraguay un estado
que no tenia los riesgos de una constitucion entera..
mente militar, como la "'de Lacedemonia, ni los
in~
convenientes de una sociedad enteramente pacífica,
como la fraternidad de los cuakeros. Estaba resuelto