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do seria mas convincente q.ue
la fastidiosa repeticion
que hacia Funes
ele las alteraciones que notó Muriel
en la version castellana del diario por Ibañez."
Pongamos fin á este punto, observando que una
sencilla é imparcial lectura de los docu1nmltos men–
cionados en pró y en contra, basta para conocer la ver–
dad
y la justicia, á pesar de los subterfujios con que
se pretende
disculpar
á los padres misioneros. Los he–
chos hablan con harta claridad, para que puedan des–
figurarlos los términGs fuertes que se emplean contra
los impugnadores de los jesuitas. Sea una muestra el
siguiente pasaje del señor Funes--"Lo dicho parece
que acredita bastante1ne1lte, que 1nucbos hechos se
alteraban en el celebro de Ibañez, y que fermentando
sobre un fondo acedado por la prevencion y el ódio,
discurría no pocas veces por las negras ideas que le
sujeria la pasion. Bien puede decirse del reino jesuí–
tico, que dejándolo evaporar de todo lo que tiene de
error
y
de mentira, desaparecen las pruebas, y solo
quedan
conjeturas, aunque no leves
contra la conducta
de los jesuitas." Dejamos á nuestros lectores la me–
ditacion de estas palabras.
§.
59
289. Voh·amos á la historia y consideracion de las
cosas de los misioneros jesuitas en el Paraguay, to–
lnanclo la relacion del informe del señor general Don
Matias de Angles y Gortari, que servirá de apoyo al
escrito de D..Bernardo Ibañez: inforn1e irrecusable,
y que hasta ahora no ven1os espuesto á los tiros de
ninguna censura-"Estos treinta pueblos
ó
doctrinas,
que son la.s que los padres llaman
misiones del Para–
guay,
tienen tanta abundancia de haciendas
y
rique–
zas, que pudiera cada uno mantener otros seis pue–
blos y un colegio de innumerables jesuitas. El que
menos tendrá treinta
ó
cuarenta 1nil vacas con su to–
rada correspondiente,
abundantessementeras de toda
especie de granos, de
cañavera.le , tabacales, fuera de
numerosas crias ele yeguas, caballos
y
mulas, ovejas