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uso, porque todo lo recojen y perciben los padres cu–

ras, y por su mano se les dá á los indios la comida y

el vestuario, que siempre es bien escaso. No hay indios

n1as ricos, nf los hay mas pobres: porque la opulencia

de los pingues territorios la

disfrutan

y

manejan lospadres

e.n abundantes comercios para

su propia utilidad,

y aun–

que sepan y conozcan que todo reditúa mucho caudal,

se hacen ciegos los indios, pues lamenor palabra les

costaría un dilatado castigo y quiZJá la vida. Y como tie–

nen ilnpuestos á los indios en la creencia firme, de q1le

el padre provincial es el superior de misiones, y

los curas sus únicos dueños y superiores, y lo ma–

nifiestan en el castigo y el gobierno de sus pueblos,

sin que para nada se oiga eln01nbre delRey, ni inter–

venga el gobernador de la provincia, ni los jueces

seculares; de aquí nace que, cuanto imaginan los padres

curas, tanto ejecutan los indios con ciega subordi–

nacion"

291.

"Los indios de estas

misiones~

que comunmen:–

te lla1nan tapes

ó

guaranis, son los mas torpes é

igno–

rantes en punto de doctrina

y

cristianismo;

porque como

lo mas del tiempo los tienen ocupados en los montes

y

bene:ficio de la yerba, en fábricas de mnbarcaciones,

en conducir efectos y cargasones y en otros oficios, no

les queda

á

dichos indios tiempo para aprovechar

en la doctrina, ni tienen lugar para profesarla. Solo

los padres se esfuerzan en alabarlos, y atribuirles vir–

tud~s

y perfecciones que jamás han conocido ni prac–

ticado; y puedo decir con toda realidad, que

tanto dis–

tan sus indios de profesar el r;ristianismo, como distan

~stas

misiones de ser verdaderas

y

apostólicas misiones.

No tie–

nen los españoles mas enconados enemigos que los in- '

dios misioneros; y son tan frecuentes los egemplares

de traiciones y mortandades, ytanfreuentes los robos y

violencias que practican con los vecinos del Paraguay

y los de Corrientes, que fuera necesario mucho tiem–

po para referir sus maldades. Ninguri indio de los

pueblos que están al cuidado de los clérigos y religio–

sos de S. Franciso, ninguno se huye á los montes, to–

dos buscan al español y se conchaban con él,sirviendo