ctlerpo no tiene la legislacion de ]as naciones
á
su cuidacto1
Prosigue el Breve pontificio ponderando la falta de estos
operarios y sus méritos, especialmente en las misiones de in–
fi eles. Por fortuna uno ni otro puede merecer cuidado
á
8n
Santidad.
No faltan operarios, pues, como Vuestra Majestad mani–
fest ó en la Real Pragmá tica.-Sancion de 2 de eRte mes,
lot~
hay
abundantes en el clero secular
y
regular de estos reinos; rei–
nando la mayor armonía y nniformidad y un esmero
á
porfía en
atender al bien espiritual de las almas, como se está esperi–
mentando en el mes que ha corrido desde la intimacion de la
providencia, sin que su falta
~e
eche menos para los ministe–
rios
espirituale~:~
; hallándose por otro lado el gobierno civil
libre ya de aquellas zozobras, 1·umores
é
inquietudes que oca–
sionaba el espíritu de faccion de er:;tos regulares.
Menos se puede decir que haPtin falta en las misiones para
convertir infieles, cuando en Chile consta les tolera la súpersti·
cion del Machiturn, en Filipinas revelan
á
los indios, y en to–
das las Indias como el Paraguay, Moxos, Maynas, Orinoco, Ca–
lifornia, Cinaloa, Sonora, Pinieria, Nayari, Tarahumari y otras
naciones de Indias se han apoderado de la soberauía, tratan
como enemigos
á
los españoles privándoles de todo comercio y
en8eñándoles especies horribles contra el servicio de Vuostra
Majestad.
Todo esto lo ignora el Pontífice porque con su artificio
han hallado medios de disfigurar la verdad, que ni aun podian
haber percibido los Ministros del Consejo extraordinario
á
no
hallar la evidencia
~:Jn
los mismos docnmentos de los jesuita!l,
El abandono espiritual de sus rni::,Íones lo confiesan ellos
mismos en su íntima correspondencia, la profanacion del sigilo
de la confesion
y
la codicia con que se alza con los bienes. En
fin, por sus mismos papeles resulta que en el Uruguay salieron
á
campaña con ejércitos formados
á
oponerse á los de la corona,
y
ahora intentaban en EBpaña mudar todo el gobierno
á
su
modo ensefiando
y
poniendo en práctica las doctrinas mas hor·
ribles.
Abundando en estos reinos tanto número de clérigos doc·
tos, fieles, y timoratos, se conoce que los jesuitas tienen fasci ·
nado la Corte Romana, figurandose solo y únicos para la con–
version de infiéles
y
salnd de las almas contra lo mismo que se
está tocando.
Si fuesen útiles
é
indispensables; ¿que gobierno habria tan
insensato
qu:=~
los espeliese? Pero si por el contrario ni son ne•
cesarios ni convenientes, ántes notoriamente noscivos, ¿quién
los puede tolerar sin exponer á ruina total,
·y
cierta el Estado?
N
o so
u
tan rc,Parables en el
B1·eve
las ilaciones, cuanto
lo~
anted