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mayor

abundctmiento traducido para la completa

inteligencia

de todos.

Los fiscales espusieron de palabra cuanto estimaron en

este asunto

y

con unanimidad de dictámen

ba

procedido el

Consejo, sin que por la brevedad se tuviese por necesario, qua

los fiscales estendiésen por escrito su respuesta por ser iden•

tica con el dictamen del Consejo.

En primer lugar, se ha advertido que las espresiones de

e¡¡¡te Breve carecen de aquella cortesanía de espíritu y modera·

cion que se deben á un rey como el de España y de las Indias,

y

á

un príncipe de las altas calidades que admira el Universo

en Vuestra Magestad, y hacen el ornamento de nuestra patria

y de nuestro Siglo.

Merecería este Breve que se hubiese denegado la admisión

reconociéndose antes su copia, porque siendo temporal la causa

de que se trata, no hay potestad en la tierra que pueda pedir

cuenta

á

Vuestra Magestad de sus descisiones, cuando Vuestra

Magestad por un acto de respeto dió, con fecha de 31 de Marzo,

noticia

á

Su Santidad de la providencia que había tomado oo·

mo rey, en terminos concisos, exactos y atentos.

Bien se hace cargo el Consejo que por ser la primera que

,;e recibe del Papa en este asunto, ha sido cordura admitir la

Carta

ó

sea Bt·eve, para apartar en esta providencia cuanto

sea posible todo pretexto de resentimiento

á

la Corte Romana.

Contienen las cláusulas de la Carta de Su Santidad mu·

chas personalidades para captar la benevolencia de Vuertra

Magestad, y disimuladamente se mezclan otras espresiones con

que el Ministro de Roma, en boca de Su Santidad, quiere cen–

surar una providencia, cuyos antecedentes ignora, é ingerirse

en una cáusa impropia de su conocimiento, y de que Vuestra

Magestad prudentemente ha dado

á

Su Santidad aquella noti·

cia de urbanidad y atencion que correspondía.

~l

contestar sobre loE! méritos de la causa, seria caer en el

inconveniente gravísimo de comprometer la Soberanía de

Vuestra Magestad, que solo á Dios es responsable de sus ac–

ciones.

No extraña el Consejo que el Papa, noticioso de la deter·

minacion tomada en España contra los regulares de la Com·

pañia, pasase su

intercesion

á

su favor, ya porque se sabe la

gran mano

y

poder de estos regulares en la curia romana, y

la declarada proteccion del cardenal Torrigiani, secretario de

Estado de Su Santidad, último confidente

y

paisano del Gene·

ral de la Compañia Lorenzo Ricci, sn confesor

y

director; pero

es muy reparable el tono que se toma en esta carta, nada pro–

pio de la mansedumbre apostólica.

l?reténqese co:q. es(_llamaciones ponderar

~l m~r~to

de la¡