POR MANUEL M.
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te
y
anda."
JEI
~ojo
se leivámt6 cui:ado
y
tmtró con los dos a:p6.stoles
á
orar al tem–
plo. La noticia de este milagro atrajo una
gram multitud; Pedro
les
dirigió un- Regun·
do sermo:n
y
cinco
mil
hombres se cgnvir–
tlieron en aquel
día.
Primera~ J)ersec~cioues.-Alarmados
Jos
sacerdotes por
JQs
·rápidos pP(l)gresos
del
Oris.tianismo, llamaron
á
los
apóst0les
y
les
pr(i)híbieron seguir predicando en nombre
de
Jesús;
pero
elJos
les respondierol!l: -
"Prim~ro
debemos oljedecer
á
Dios que
á
Jos
boro
bres;
no
podemos caJlar lo que
he–
mos visto
y
oido." Los sacerdotes, temien–
do la e,xaspera.ción del pueblo, los
d~jaron
libres, amenazruQ olos a:ntes con
el _último
suplicio si continuaban enseñando. Estas
amenazas viv
íFOD
e~
celo de los
apóstol~s
que conti nua11on su predicación
é
hicieron
mu<>hos milagros,
siendo
cada
díi0i
más
nu–
merosas las conversiones.
Irritados los sacerclotes los pusieron
presos; pero un ángel los sacó de la
cár~
cel,
y
al día sigiuente :Pedro se presen·
tó
en el templo predicando al pueblo. To–
mados nuevamente fueron
llev~dos
ante
el Sanhedrin; las sacerd0tes -pensaban en
hacerlos
mori~,
cuando .u:n sabio fariseo lla–
mad0 Gamaliel les d·ijo:-"No os mezcleis
oon estos hombres, porque si so obra pro·
cede de ellos, desaparecerá' p@r :sí misma;
pel'o si viene de Dios no :p>odréis destruir·
la." Este prudente
e<~ns~ja
fué segu..ido por