C~N~RA~.
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triamente en ella la influencia de una cau–
t
divina
y
sobre
humana que
las
produce.
~ ste
es el
juicio
que
ha hecho la
Iglesia
de
!la, poniendo en el número de los Santos
ts
Brígidas , las Catatinas de Sena ,
la~
Mag•
alenas de Pacis, las Teresas ,
los
Juanes
1e
la
Cruz ,
y
.los Franciscos de
Sales.
Mas
1bservamos que la
Iglesia
dirigida siempre
1or
el espíritu de sabiduría que la
alunl–
..ta
y
]a
conduce ,
al
coronar las virtude5
le estos
piadosos contem.plativos , no da
á
s hijos
por modelos
los
dones
extraordi..
\arios
que han recibido, ni el género de
>racion
que han practicado ; si no en la fide–
lidad ,
en el fervor con que estaban
anima•
dos , especialmente en la pureza de
inten–
cion , en la
sencillez
del
corazon ,
y
en la
humildad
con
que
cumpliéron con
la'
obli–
gaciones ordinarias de la piedad . christiana,
'Y
con
la
de
su vocacion particular. Estas
almas
privilegiadas
confesáron ellas mismas,
.y
no confundiéron jamas los favores
espe–
ciales
que
recibían del
Ci(jlo
con ]a verda–
dera santidad. Los tiempos en que Dios se
:mostraba
n1as
liberal
con
ellas,
fuéron-siem-
,pre
aquellos en que
desconfiaban
mas
des~
mis..
,mas ,
y
estaban
mas
prevenidas contra las
s~du cciones
del amor propio
y
de la sober–
bia.
Y
así
se han visto
reservarse
otro
tan–
to mas
en revelar las cosas
que se
operaban
en
Si~Jo
... .
XVII.