CtNERAL.
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rarias
Ordenes,
doncellls ,
y
tambien
ni- Siglo
íos,
sufriéron
estos horribles .tormentos
con XVII.
!loa.
constancia
y
heroismo , dignos
de
la·
rnayor admiracion. Pero
por último,
al
ca-
bo
de
mas
de
veinte años
de
persecucion,
viendo
los
Fieles del Japon que
siempre
se
les perseguía con
la
misf!la furia , reducidos
al
extremo con tan largas pruebas ,
y
pri-
•vados,
casi
de todos
los
Obreros
EvangéJi-
lc.!OS,
que les habían enseñado por tantos
año~
~
padecer
y
morir como los antiguos l\-1ár–
tires,
juzgáron que
podian
tomar las
arma~,
y
defenderse de sus enemigos.
J
untáronse
en nÚn1ero ·de qua
renta
mil,
y
se apoden\–
ron
de Simabara , Plaza
fuerte en
la
Pro–
vincia
de Figen , resueltos
á
perecer todos
baxo de sus
propias
ruinas, si
no
podian con–
seguir
la
libertad
de
vivir
en la Religion
que habiln abrazado. El Emperador
envi6
contra
ellos un
e~ército
de
ochenta mil
hom–
bres ;
y
los
Holandeses establecidos
en las
I slas inmediatas,
no
temiéron prec;tarlcs
la
artillería para
destruir
á
estos
pobres
Chris–
tianos,
á
quien debian
mirar
como
herma–
nos,
aunque fuesen
Católicos.
Envestidos
p
r
todos lados , faltos de víveres,
y
re~
ducidos
por el
hambre
~1
mas
horroroso
e
·trem
, tomáron los sitiados la resolucic
n
d
arríe
ga rse
á
un combate. Saliéron .de la
PI
z ,
y
acometiéron con
ímpetu
á
la·s tro-
N 3
pas