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21

&'l

se ha <le dar estrecha cuenta, ¿que–

será, misera ble de m í, de

tantas como

h ablé?

Si

e n e l habla r muc ho, nunca

faltó pecad o, ¿cuánto habrá pecado, q uie n

si empre habló mal ,

y

m uch o?

¡O,

Scí101·,

misericordia ele

mi!

¡

P enl onad mis pa–

Jabras, Vos que sois palabra de eterna

verdad!

Desd ~

hoi propong o pone r un

candado

á

mi boca. una gual'da á mi

le ng ua, una pue rta

de

circunsta ncias

á

mis

labios,

y

un pes0 fie l á todas mis pala–

bras. El candado será el sile ncio, la g uar–

da

rn estro santo temor,

la pue rta

de

circunstancias,

la prndcncia , el peso, la

caridad: desde hoi será e l silencio guar–

da de mi corazon, callal'é hablanrlo so–

lo lo pl'eciso, á g loria vuestra, bien del

prójimo

y

de mi alma: mi protector en

esta hora , sel'á San B ern ard o , ejercita–

dísimo

e n

esta vil'tud á

fu erza del trato

i nte ri or: callaré , Señol', para

que

Vos ha–

bleis e n si lenc io

á mi

co razo11 palabl'as

de

ricia ete rna , dond e os espero r er: así

sea, por una e ternidad.