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sn naturaleza J esencia,
y
en sí
y
de por sí mismo
fe-
1icísimo,
é
inefablemente eminente sobre todas las co–
sas, que fuera de él existen
y
pueden ser concebidas.
Este solo verdadero Dios por su bondad
y
omnipo–
tente poder, no paraanmentar
ó
adquirir su felicidad,
sino para manifestar su perfeccion por medio de los
bienes que dispensa
á
sus criaturas, con muy libre
consejo creó de la nada en el principio del tiempo una
y otra criatura
á
la vez, la espiritual y la corporal, es–
to es, la angelical
y
la mundanal,
y
despues la huma–
na como comnn constituida de espíritu
y
cuerpo (1).
Empero todas las cosas, que Dios creó, las sostiene
y
gobierna con su providencia, abarcándolas de fin á
fin con fortaleza,
y
disponiéndolas todas con suavi–
dad
(2).
Pues todas las cosas están abiert"5
y
patentes
á
sus ojos
(3),
aun aquellas mismas, que han de ser
en lo futuro por la libre accion de las criaturas.
CAPITULO SEGUNDO.
La misma santa Madre Iglesia cree
y
ense!la, qne
Dios, principio
y
fin de todas las cosas, puede ser co–
nocido con certidumbre por la luz natural de la razon
humana formando el racioeinio de las cosas creadas:
puesto que (como dice el Aposto])
las cosas invisibks
del
mdsmo Dios, se ven <lespues de
la
creacion
dil
mwndo, considerándolas
por tas obra& criada&
(4): sin
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natural,
y
entre ellas á sí mismo
y
los eternos decre–
tos de su voluntad, diciendo el mismo Apóstol:
Ha-
(1) Codo. LatAir. IV. o. 1,
Firrniter.
(2)
Sap.
vm,
l.
m
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