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dut'acíon igualará á la del mun'do (1) ." Estos dere–
chos esenciales, y primitivas leyes del órden y go–
bierno eclesiástico; forman lo que por el concilio de
Efeso se llama
libertad de lct iglesia,
tan respetable'
á los ojos de este concilio, que la mira como precio
de la sangre de Jesucristo: "No sea, dice, que in–
sensiblemente váyamos perdiendo por nuestra im–
prudencia aquella libertad que ·N. S. Jesucristo, li–
bertador del género hu·mano, nos regaló con su san–
gré (2) " Pues solo se trataba- en este concilio de
una tentativa del patri&rc·a de Antioquia sobre las
iglesias de la isla de Chipre. Era tan sagrado en to–
da la iglesia este derecho antiguo, que nadie osaba
atacarle, ·porque la mas leve infraccion del órden pri-
. mitivo se miraba como una iniquidad. Los papas
mismos se mostraron siempre sumisos
á
él, y protes–
taron altamente que su autoridad nada podia contra
los e·statutos de los cánones.
§.
111.
Pero poco
á
poco se fueron introduciendo en la
iglesia nuevas máximas, y con ellas, la alteracion de
su gobierno económicó establecido por Jesucristo ;
y al paso que se iba trocando la forma de los juicios
eclesiásticos, iba ganando terreno el poder del papa,
y
prevaleciendo la opinion de su superioridad sobre
Jos cánones de los concilios y de la iglesia universal.
. J,a impostura de Isidoro Mercator dió
á
estas máxi–
mas erróneas el carácter venerable de antigüedad,
presentándolas en sus falsas dect:etales como :leyes
primitivas de los di as ·mas hermosos de la iglesia; y
(1) Sancti illi venerahiles patres, qui in urbe Nicrena mansuras
usqu~
in finem mundi leges eccJesiasticorum canonum condiderunt;
et apud nos, et in tato orbe terrarum in suis constitutionibus vivunt.
~2)
Ne sensim imprudentes libertatem eam amittamus, quam pro–
prio saoguine Domini nostri
~esuchristi
omoium hominum liberator
largitus es!.
5
*