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J

aquella expresion los Apóstoles en sus epístolas, lo!!

concilios en sus cánones, y toda la antigüedad en su

doctrina; y en el tnismo la emplean hoy los cano–

nistas y -teólogos modernos. No hablaré yo del pue–

blo en este tratado, pues aunque parte integrante de

la iglesia, no. hace al caso de mi asunto principal,

dirigido exclusivamente

á

discurrir de aquella que

gobierna, bautiza y enseña; bajo cuyo concepto digo

que por iglesia, hablando de una

ú

otra en particu–

lar, se entiende su clero; ó mas explícitamente, todos

los individuos que constituyen el sínodo diocesano

con su prelado á la cabeza. Síguese de aquí que

cada iglesia se compone de todos los que por de"re–

cho concurren al sínodo diocesano, como son las dig–

nidades, ó diputados del cabildo y de otros cuerpos

eclesiásticos; los pastores, ya sean párrocos de la

ciudad

ó

de los campos; y en fin los doctores, y

mas especialmente aquellos que regentan las escuelas

eclesiásticas. Esta inteligencia es conforme

á

la doc–

trina de san Pablo: el Apóstol dice que Jesucristo

dió á su iglesia apóstoles, profetas, evangelistas, pas–

tores y doctores para trabajar en la perfeccion· de

los santos, es decir, de los fieles: con que en todos

estos miembros reside principalmente la antorcha de

la doctrina, y en mas eminente grado deben ofrecer–

la los pastores y doctores, quienes por razen de su

estado hacen profesion de enseñarla. De donde re–

sulta que en el sentido de que trato, cuando se nom–

bra una iglesia, se entiende evidentemente todo el

clero que la-compone.

§

11.

Otra verdad no menos evidente se sigue de lo di–

cho;

á

saber, que ' el obispo, sea de Roma, sea de

cualquiera otra iglesia, no forma por sí solo aquella

de que es obispo: la palab-ra misma basta para ha-