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XTII

siástico, que cae bajo la autoridad de los gobiernos tempora–

les:

y

ilo os dejEÜs alucinar ni sedu!)ir por arterías hipócritast

ni atraveseis los mares para venir

á

comprar bulas á largas dis–

tancias,

y

mendigar auxilit>s religiosos que debeis pedir

á

vues–

t~os

propios

y

legítimos pastores

y

que · ellos os dispensarán

mas legítima

y

saludablemente,

y

con mayor celo

y

caridad

que los extraños. Volved los ojos

á

la España caduca, deliran–

te, convulsiva

y

atormentada de males innumerables; triste ob–

jeto de serias meditaciones para los entendimientos reflexivos,

y

de lástima para las almas filantriipicas que la contemplan.

Conve(tid hácia ella los ojos, no para escarnecerla

y

baldonar–

fa, que no abrigan ·vuestros pechos sentimientos indignos de .

una índole

g~nerosa,

sino para reconocer en sus duelos

y

que–

brant,.los desastres.á que son conducidas 1:s naciones por-la

supersticion

y

el fanatismo."

''No son otras las causas de su enfermedad; causas que la

han trabajado de muy antiguo,

y

cuyo influjo destructor la ha

traído ppr último al deplorable estado en que se encuentra.

Preguntad si no, iquien dictó los bárbaros decretos <le Fernan–

do V, de la reina Isabel

y

de Felipe III, que .arrojaron de la

España en poco mas de un siglo cuatro millones de habitantes

útiles de su poblacion

1

La supersticion

y

el fanatismo religio–

so. ¿Quien puso eu ella obstáculos insuperables al comercio

de las ideas

y

á la propagacion de las luces? La supersticion

y

el

f~natismo

relig·ioso.

i

Quien la ha retraido

d~l

estudio de

las ciencias provechosas, circunscribiénclola corno en un labe–

rinto dentro de las intdncadas

y

revueltas sutilezas de la esco–

lástica

1.La

supersticion

y

el fanatismo religioso.

i

Quien la ha

abstraido, digámoslo asl, de las grandes familias europeas1

y

mientras las casi bátbaras naciones del norte

á

impulso de al–

gunos g énios extraordinarios se

~an

lanzado con brío en lacar–

rera Je la

civilizaci.~"'

¿qué génio maléfico ha detenido tan

atras

á

la España, forcejando inútilmente por alcanzar á las

menos ava.1zadas

1

La supersticion y el fanatismo relig·ioso.

¿Quien, despues de habet· yermado sus campos

y

despoblado

.•