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siástico, que cae bajo la autoridad de los gobiernos tempora–
les:
y
ilo os dejEÜs alucinar ni sedu!)ir por arterías hipócritast
ni atraveseis los mares para venir
á
comprar bulas á largas dis–
tancias,
y
mendigar auxilit>s religiosos que debeis pedir
á
vues–
t~os
propios
y
legítimos pastores
y
que · ellos os dispensarán
mas legítima
y
saludablemente,
y
con mayor celo
y
caridad
que los extraños. Volved los ojos
á
la España caduca, deliran–
te, convulsiva
y
atormentada de males innumerables; triste ob–
jeto de serias meditaciones para los entendimientos reflexivos,
y
de lástima para las almas filantriipicas que la contemplan.
Conve(tid hácia ella los ojos, no para escarnecerla
y
baldonar–
fa, que no abrigan ·vuestros pechos sentimientos indignos de .
una índole
g~nerosa,
sino para reconocer en sus duelos
y
que–
brant,.los desastres.á que son conducidas 1:s naciones por-la
supersticion
y
el fanatismo."
''No son otras las causas de su enfermedad; causas que la
han trabajado de muy antiguo,
y
cuyo influjo destructor la ha
traído ppr último al deplorable estado en que se encuentra.
Preguntad si no, iquien dictó los bárbaros decretos <le Fernan–
do V, de la reina Isabel
y
de Felipe III, que .arrojaron de la
España en poco mas de un siglo cuatro millones de habitantes
útiles de su poblacion
1
La supersticion
y
el fanatismo religio–
so. ¿Quien puso eu ella obstáculos insuperables al comercio
de las ideas
y
á la propagacion de las luces? La supersticion
y
el
f~natismo
relig·ioso.
i
Quien la ha retraido
d~l
estudio de
las ciencias provechosas, circunscribiénclola corno en un labe–
rinto dentro de las intdncadas
y
revueltas sutilezas de la esco–
lástica
1.Lasupersticion
y
el fanatismo religioso.
i
Quien la ha
abstraido, digámoslo asl, de las grandes familias europeas1
y
mientras las casi bátbaras naciones del norte
á
impulso de al–
gunos g énios extraordinarios se
~an
lanzado con brío en lacar–
rera Je la
civilizaci.~"'
¿qué génio maléfico ha detenido tan
atras
á
la España, forcejando inútilmente por alcanzar á las
menos ava.1zadas
1
La supersticion y el fanatismo relig·ioso.
¿Quien, despues de habet· yermado sus campos
y
despoblado
•
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