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-307-

nÍtud de _polestrtll,

aunque fuera sobreponiénd ose á lo3 cá–

nones de los Concilios-non

oóslantibus.

A hí están las

queja;; de la E spaña, cua ndo Feli pe IV envió

á

Chumacero

y Pimentel, pa ra que se quej asen ante U rbano VIII d E> las

pensiones impuestas

a

favor de extranj eros; de las coadju–

torías con futura sucesion; de 1,1s clispensas y otros despa–

chos, y su costo; de las reservas; de los espó lios, y de los

inconvenientes de la nunciatura. A hí están otra vez las

quejas del Embajador español e n tiempo de F ernand o

VI,

e n c uyo texto se leen

las siguie ntes espresiones-"ani–

ma

á

es tos r einos el grave dolor de ver sacrificados sus

in tereses, y que las cosas de esa Corte todas se h an redu –

cido

negociacion y las all ana el dinero.

S i toman mas

cuerpo, lloremos tod os, y llore la Silla apostólica alg un

es t¡:ago, y cuando. quiera aplicarse el remedio,

ó

llegue tar –

de, ósea á mucha costa." Otras Nacio nes católicas han d i–

cho lo mismo que la EspaJ'ía.

17.

Razones de la Ctt·ria pam jitndlt.·r

y

justificar

d

de•·ecl/.0 de

los Papas.

"El Papa trabaja para toda la Iglesia, y tiene emplead os

y congregaciones, cuya cooperacion es absolu tamente

in–

dispensable para el despacho de la muchedumbre de nego–

cios del orbe cató lico, lo q ue no puede hacerse sin gastos.

Y pues estos tienen por obj elo el servicio de las iglesias,

deben estas satisfacerlos."

18.

Conlestacion.

S i porque las iglesias reciben servicios, deben ellas pres–

tar emolumentos, nunca jamas pu eden estos exij irse en da–

ño de las ig lesias;

y

mucho menos, cuando

á

mas del daño

temporal, resul ta ba el espiritual, por ej emplo, al darse los

beneficios en enco1¡1Íenda

á

quienes no los se1·vian.

La hi storia de los Papas en los primeros siglos de la

Iglesia, bastaba para desme ntir esas pond eradas

y

aun men–

tirosas necesidades, que se crea ron despues, y aca rrear on

en consecuencia gastos

y

exacciones.

Y

¿de dónd e han

nac:id o esas necesidades? R espon dan nuestras d iser tacio–

ne~,

y

se verá q ue todas esas necesidades

y

provisiones