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de estas afinnaciones, agregó al fin de su nota, que
rernitia los programas pedidos solo por deferencia al
ministro, mas no para ser agregados al expediente
que
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tramitaba. El poder ejecutivo, como era de
esperarse, formuló las debidas protestas .contra los
avanzados conceptos del prelado y, por razones de
prudente econornia, asi co1no por lo innecesario del
pedido, resolvió no asentir
á
este.
Hay rnas.
Con n1otivo de una circular ·pasada
á
los recto–
res de los se1ninarios pidiéndoles el inventario de
sus existencias, uno de ellos se negó
á
remitirlo, fun–
dándose en que no había recibido órden del obispo
ele la diócesis, única autoridad que., segun él) tenia
el derecho de enterarse de la marcha del seminario.
Otro de los rectores se
1
tegó
á
rendir cuentas en
la forma de ley, ante la contaduría general, de la
inversion de
los sueldos y gastos consig·nados en
las planillas que le fueron abonadas. En fin, el
señor ministro del culto en su Memoria al con–
greso nacional de
1884,
dió cuenta de los hechos
anotados y se expresó de este modo:
«Los semi–
narios niegan intervencion al 1ninisterio tanto en
las materias de administracion como en las
de
es–
tudios científicos y hasta
lo~
términos .en que se
producen y el1nodo co1no ton1an las cuestiones está.n
revelando una voluntad
n~
muy bien dispuesta.,
Semejante actitud de parte de las autoridades ecle–
at ·