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vig·ilar si se cumplia el objeto piadoso .
qu~
se ha–
bían propuesto
y
el de intervenir en .Jas iglesias
para contribuir eficazmente
á
que sus es1gnios no
· fueran burlados. Al efecto, podían defender sus
fundaciones contra las usurpaciones que se intenta–
ran, exan1inar si
á
á
las rentas se les daba · la apli–
caeion debida
y
desig·nar las personas que
á
su jui–
cio podían servir la nueva iglesia, con arreglo
á
los fines que le inspira,ran sus sentimientos reli–
giosos.
La Iglesia, por su parte, procedió sábiamente
al no poner inconvenientes
á
estas prácticas. Ella
comprendió que si despues de fundada una ig·lesia
con la fortuna de individuos ó sociedades particu–
lares, se negaba á estos el derecho de intervenir
en la administracion del beneficio, se llevaría
el desaliento
á
los que estuv· esen dispuestos
á
con–
currir con sus dineros para dar al cristianismo y
á
su propia personalidad
á
la vez, la mayJr suma de
explendor posible. Procediendo con1o lo hizo, alen–
tó
la piedad
y
la generosidad de sus defensores, hala–
gó el amor propio de estos y les presentó la pers·
peeti va de posibles reparaciones para los casos
en qué los vientos de la adversidad los arrastrara por
el ca1nino de la 1niseria. Con este objeto se reconoció
en los fundadores, ade1nas de los derechos enuneia–
c1o~,
los comnn1nente llan1ados
útiles
y
honorificos.
Es cierto que mas tarJo los concilios procuraron