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bre
y
debfln. por tanto, trabajar de consuno, pata
cumplir su'
~ninisterio:
separarlas, es
disminuir
y
<lestruir
SlJS
fuerzas. En caso de separación. el Es–
tado podría dictar
leyes contraria,
á
la
Igle ia y
autorizar la lilJertHC1 de cultos
y
de conciencia; pues,
como dire
uó
e;,ctitor, " el
E
tado no e juez en lo
tocante
á
religión: luPgo, separado de la Iglesia, única
maestra infalible de verdad, no puede
ino conceder
libPrtad de
cultos. Tampoco el Estado es
juez de
la moral;
luego, no
asistido por la
I gle ia, debe
admitir la libertad de conciencia
y
de enseñanza." [1
J
No queda, pue , otro si te:na adrui:;ible, que el
de la unión de entrambas sociudades; unión que
<'S
obligatoria
entre los católi<'os,
como
lo prueba
la
condenación de
la proposición
55
del Syllabus, que
dice : " Ha de separar e la Ig:c ia del Estado
y
el
Estado de la Iglesia.
"E
ta
doctrina es también con–
forme
á
la razón. La unidad, el 0L\len, es el 5ello
de las obra
de Dio : todo en la naturaleza se ha–
lla admirablemente combinado,
y
lo~
diver os
seres
armónicamente di pue to , realizan
la " unidad en la
variedad,'' que es la ley
uprema
le la creación. Si
no imperara esta ley reguladora; si la
fuerzas flsi–
ca
no
e subordinaran entre si, deja1ia
de funcio–
nar la admirable máquina del Universo
y
volvería,..
mos al cáos. También en el mundo moral
e ha;lan
unidos
y
dependientes entre si los seres que lo for–
man ; y
las cau as egundas, ordenadamente di pues–
tas, son como otro
tantos e lahone
de es·a
inmen~
sa cadena de seres, que
reciben de lJio
el movi–
miento
y
la vida. Es
inn<-gahle, que debe haber
orden
y
unidad entre los poderes ecle iástico
y
ci–
vil, pues, repugna
á
la Divina
ubidnrla, el que una
de sus principales creaciones sea extraña
á
la
!ey
universal de que V<:'nimos hablando. Por tanto,
e
ne–
cesaria con ·'necesidad moral" la unión
de entram–
bas sociedades, para que puedan éstas alcanzar
la
(1) Liuer:.\lore.-Obn. citada.