-3-
ror medio de la dulzura
y
la
cnridud,
á
los
se–
Jiorcs del mundo,
á
quienes
no
hnhí:.m
podido
sub–
yug-ar ni
los cart:•g irw,.;es ni
los griegos. Constituida•
las
nuPI'as nucion:tlidades, continuó
ia
Iglesia su
rni–
~ión
civil izadora;
y
t:!llto
á
la caída de
lo
imperios ro–
mano
y
ele orientr,
('OlllO
durante la Edad :\lediu, fué
ella
t>l. sostén del Estado '
In
maestra de las ciencias.
E . te
tan glorioso mini:sterio lo ha ejercido siem–
pre
In
Iglesia por medio
del
~·ontificado.
Lo Papas, co–
mo J ,·fes de
la
gran familia nistiana, han comunica–
do vig-oroso
imp~rl sn
á
In' obreros del bien. En ellos,
principalnl(~nte,
se hnn reali7.ado estas palabras del Se–
ñor:
'·Te
he
estahleeido sobre
las naciones
y
los
reinos, para que arranques
y
disipe , edifiques
y
plan–
tes."
(
1 ).
'e~ú n
l.t~
exigencias de
lo
tiem–
pos, han proporcionado ellos
remedios eficaces pa–
ra la curat:ióll
de
las dolencias sociales. El
iglo
XIX
es el siglo de las
luces: la cirocia, ilustrada
y
fm·.
talecida por
la fe,
e:;
el arma
de
que
se
vale
hoy el Papado, pam disipar
las tinieblas del t'tror
y
llHHr la
pnz
á
In
couci13ncias. La lucha actual
se
libra
e~pccialuwnie
en el campo político: las cuestio–
ne~
ocia!,•· preocupan
á
todo ; eue tiones que no pue–
den ser re,ucltas, sino conforme al criteno católico,
ó S('gt\n los principios de la Hevolueión. Ahora, como
siempre, el
E~tado
tien<! que st·r, ó cri tiano ó ateo.
Pam in"truir al mnndo en lo tocante
á
la socie–
dad polftÍ(':l, ha levantado nna vez más su augusta
voz el pri, innpro del Yaticano,
y
ha dicho
á
los que
dirigen las na('iones: "Entended, reyes: , ed in truidos
lus que
juzgaiti
ó
¡robernais
á
lo pueblo . "
( 2 )
E un deber de todo · los individuos
y
lo Gobiernos, que
se precian de cn(ólicos, oir con
umi ión
y
sin
vana~
interprctacione
las enseñanzas
del Dcctor UniYersal.
Durante su glorioso Pontificado, ha desarrollado L eón
:XJil,
con sin igual ntaestría, las más árduas cues.
( 1)
J er.
1.
10.
(
~ )
Ps.
l.
10.