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-2-

M

iraheau:

" Manifestemos

las

nacionP.s

y

á

los siglos, que Uios

e~

¡,pcesario, domo

lo

es

la

libertad;

y

en la cú piJe de todos los edificios pon–

g:uuos

la augusta insignia de la Cruz, para que nv

se nos impute el crimen de haht:r prescindido del me–

jor baluarte <.!el

orden público." El impio Yoltairc

afirmaba á su vez: "Si In

~ocirdad

debe subsistir, es

necesaria la Religión'';

y

l\laquiavclo, nada

:;<>:;pe –

cl.oso de favorecer al CutolkisnJ.,,

a~egnruha ~

" que si·

en todos los Gobiernos de la

R<'Jllihli~:a

Cristi;lna hu–

biese sido consenarla la

Hel i~i,)n.

i'eglin lo

di~JIIII~~to por su IJivino Autor. los Eslauos :;e hallarían máil

unidos

y

serían más ft:l ict.>."

La incredulidad

y

el indiferentismo religioso han

amenguauo la:>

fuerzas n1oralcs del hombre

y

bastar–

deado

lo

camctPrPs. Ko se r<'ulizan

ya

aqudlas gran–

des

empre~as,

glona

y

prez d<J

lo

iglos cristiano.,;:

resfriada

en el día

la caridad, qne es

la

' llprema

ley ·del orden individual

y

Sol:ial, los

lHtehlo.

lw han

entre si, como si quisieran realizur

<.'1 famnso prin–

cipio de Hobbes :

; ' t<:l e tado natural dr l hom hre es

la guerra de todos contra todo:>." La. llHH·hedumhres

forcejean por sacudir el yugo n<.'ccsarÍ•) de la Autori–

ridad; los gobernantes,

á

su vez, oprimen á la, iner–

me multitud,

y

al estruendo

clt:

los caíion<'s, :¡e pa–

sea la revolución triunfante, cual el A ngcl del

ex–

terminio, por toJos lo- 3.;nbitos ele\ munrlo.

Desde su establecimiento, le cupo al Cristiani::;–

mo la, misión de sah•ar al mundo.

'i

.Je;;ucristo no

hubiera fundado su Iglesia,

la humanidad habría pe–

recido, y

la desolación

y

la

muerte

sentádose en–

tre los escombros dE>

pueblos

y

naciones. La histo...::

ria refiere, que al advenimiento Jel Cristiani mo, el·

imperio romano, árbitro entonces de Jos de,tinos del'

mundo, era

á

causa de sus enores

y

vicios, como un

cadáver en putrefacción, al que só!o la

pala ~>ra

om:

nipotente de Cristo pod!a infundir la vida. La Igle–

sia plnntó la cruz sobre el Capitolio, se npoderó de

loa

bárbaros, moderó sus imp<.'tus

fogosos

y

:Venció,