Previous Page  280 / 376 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 280 / 376 Next Page
Page Background

-264-

nuestros progenitores en la Constituyente de

1822,

pre–

sidida por Luna Pizarro bajo la sombra veneranda del

gran San Martín. La que enseñó á Grau

á

morir en las

soledades de Angamos ....

Trabajando por el Catolicismo, trabajamos por laPa–

tria amada, á la que queremos ver prog-resar, para que

llegue

á

ser la primera de América, merced á la Religtón

santa que formó las g randes potencias de Europa, de los

pedazos d e tierra desprendid os del imperio romano.

En el paganismo no se podía goza r en la verdad ple–

na, de la justicia. Se las iba á tocar. á estrecharlas al co–

razón,

á

fundirse en ellas,

y

la verdad y la justicia se ale·

jaban como un espej ismo, cubriéndolas aún

á

los ojos

de Platón nuevos velos; y sólo cuando Jesucristo los des–

cubre, los proclama, vienen á salvar al mundo.

No importa que crean injuriarnos, diciéndonos

cleri–

cales;

porque estamos con los sacerdotes de la verdad,

con·los religiosos y clérigos católicos, que aman hasta á

sus enemigos desde que están ·devorados por la rojiza

llama de la caridad que sólo Dios enciende.

Si profundizaran los financistas el trascendental pen–

samiento de Francisco de Asís, proclamand o que la po–

breza es una virtud y un bien positivo, se abriría un nue–

vo campo á las clases obreras

y

hasta se remediaría la

ambición y el socialismo que devoran á los pu,eblos.

Pero los enemigos no q uit:ren nada que venga del

Catolicismo, aunque el poeta de Umbría, fuere el espíri–

tu más amplio de su época, capaz de comprender la de·

licadeza de las flores

y

el canto de las avecillas.

y

que

lleno de amor llevaba en su cerebro, cubierto con la im–

ponente capilla calada de su sudario, y un a tempestad

de pensamientos.

Para ello, como dice un gran orador: "es necesario po–

ner el corazón sobre las burlas de una filosofía raquítica

y

de una crítica enana; se puede ver rey por menos pre·

cio de las vanidades que mueren y de las malidicencias

que pasan".

Comprendiendo el espíritu del Cristianismo, hacién–

dolo imperar en las conciencias y en las instituciones, en

las leyes y en la sociedad, formaremos una g ran nación,

que se encamine á sus nobles destinos, amados sus ciu–

dadanos del trabajo, reflejando en sus frentes la moral