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grentaua huella de los diputados de la convención, que
habían blasfemado de Jesucristo.
Felizmente en el P erú tenemos una juventud rica de
esperanzas, que hay que orientarla al polo Pterno de la
vida, al seno de los principios de la Iglesia Católica, que
abre sus alas de ángel para cobijarnos en su seno de ma–
dre, dulce como la mejor madre, solícita con Jivina mi–
sión, que tiene sonrisas para todas nuestras alegrías,
y
lágrimas tiernas para todos nuestros dolores.
Volvamos á ese regazo que recalentará nuestros sen–
timientos, nevados con la escarcha de la tristeza del que
principia á perder sus ilusiones.
Gocémonos ante su hermosura puesto que no somos
de la estirpe de Enrique Haine para recrearnos ante la
Venus de Milo, sino de la de Roser, para esparcirnos
dulcemente ante María, la reina
dd
Universo.
Es grato ver á la lozana
y
brillante juventud de Lima,
fo rmando el Centro de jóvenes católicos, en que cam–
pean el talento
y
las más bellas prendas morales.
¡Jóvenes! Adelante, sin temor á nuestros adversarios;
porque se les conoce lar<Yos siglos en que no han gana–
do una victoria, sufnendo mil Jerrota".
Nos llaman oscu rantistas porque no saben ó fingen
olvidar que en nuestras filas forman, no sólo Tomás de
Aquino, Buenaventura, Bossuet, Fenelón, si no también
Dante, Copérnico. Calclerón, Cervantes, Galileo, Edis–
són, Pasteur
y
otros genios que han alumbrado el globo
con sus peregrinos espl:111dores.
los
lla~a n
retrógados, cuando los globos aereostáti–
cos,
el
vapor, el microscopio, la brújula,
y
los más asom–
brosos descubrim ien tos se han debido
á
soldados de nt1es–
tras ilustres legiones. Un g-ran terciario descubrió Amé–
rica. Sól6 el espíritu católico de la magna Isabel de Cas–
tilla, comprendió el grandioso
pre~entimiento
de Colón.
os llaman partidarios de la esclavitud los que persi–
g uen
á
los religiosos
y
á
los católicos, los que imponen
el despotismo
y
la dictadura de la prensa descreída, los
que no han rescatado un solo cautivo de las mazmorras
de Argel ó de Constantinopla.
La libertad verdadera es debida á la Iglesia Católica.
Es la que conquistaron en Jos campos del honor, Marte!,
Carlomagno, Felipe II, Fernando III. La que juraron