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peño de su cometido

y

trabajando con incesante afán,

haciéndose dignos del más alto encomio. El resultado

de esos trabajos os es ya conocido , pues los temas

y

pro–

yectos que han merecido unánime

y

entusiasta aproba–

ción,

y

creo por tanto innecesario detenerme en minu–

ciosos detalles que fatigarían, sin motivo plausible, á tan

distinguido cuanto benévolo auditorio.

Me limitaré por lo tanto

á

declarar que al sancionar

nuestra Asamblea los proyectos indicados, no se ha pro–

puesto ni desempeñar las funciones del legislador, inva–

diendo así un campo que sabe bien no es el suyo, ni tam–

poco dar á sus disposiciones la autoridad de preceptos,

porque no f0rmamos Concilio. Como católicos

y

comó

patriotas, nos hemos limitado á consignar en nuesrros

acuerdos la expresión franca de nuestros deseos, á seña–

ldr los males que afligen á la sociedad, indicando al mis–

mo tiempo los medios que á nuestro juicio deben poner–

se en práctica para conjurarlos, á llevar una palabra de

aliento

y

tributar merecido aplauso á las piadosas y be–

néficas instituciones que hoy existen, á procurar la for–

mación de otras nuevas, á dirigir nuestra respetuosa sú–

plica á los poderes públicos y á procurar, en fin, el con–

curso de todos los que quieran ayudarnos en la m;¡gna

obra que hemos acometido contando con la protección

de Dios, que no puede faltarnos, tratándose, como se tra–

ta, de servir los sagrados intereses de la Religión y de

la Patria.

La temporal clausura del Congreso, bajo ningún pun–

to de vista significa que hayamos realizado todos nues–

tros propósitos y que vayamos á dispersarnos para per–

manecer inactivos, conformándonos con haber revistado

nuestras filas; nó, señores, nuestros trabajos continuarán,

estaremos en constante correspondencia todos los que

n]ilitamos b;1jo la sacrosanta bandera del Catolicismo, la

labor individual y la colectiva proseguirán

y

en todo ins–

tante estaremos prontos

á

acudir al llamamiento que se

nos hace.

Contamos con poderosos auxiliares; todos somos repre–

sentantes en la Gran Asambla Católica y cada uno, en

la extensión de sus facultades, puede

y

debe contribuir

á la común labor.

N os prest<1 n su valioso contingente, las congregacio-