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lleno de vigor, nutrido con la savia bienhechora de las

más puras creencias

y

dotado de ardiente

entusia~mo,

e e Centro está llamado á la realización de halagüeñas

esperanzas: eslabón de la cadena que une á la genera–

ción que concluye con la generación que empieza, ávida

de legítimas glorias no desmayará un solo momento en

el desempeño de la importante tarea de que se ha encar–

gado.

Reciba esa juventuu en esta ocasión solemne nuestra

más cordial felicitación.

El Congreso Católico del Perú no olvidará jamás los

grandes servicios que para su formación le han prestado

el

Excmo. Señor Delegado Apostólico, quien se ha con–

quistado así un nuevo título al afecto y agradecimiento

del pueblo peruano. Nuestro Venerable

Ietropolitano,

amoroso y solícito padre de la grey que le está confiada,

los Iltmo,, Sres. Obispos de Marcópolis

y

Lon·a, las se–

ñoras

y

caballeros de la Unión Católica. presidida, res–

pectivamente, por la señora Emilia G. de Dubois

y

se–

I'Ior don Carlos

!VI.

Elías, loe; miembros de la Comisión

Organizadora y, en fin, todos los católicos que con vo–

luntad decidida han contribuído

á

dar majestuosa solem–

nidad á nuestas públicas sesiones.

Inmensa es nuestra deuda, son muchcs nuestros acreedo–

res

y

nuestro tesoro está exhau,to; pero no se nos decla–

rará en bancarrota, porque cada uno de esos acreedores,

tiene un corazón que sólo se agita al im¡.¡ul o de nobilí–

simos sentimientos,

y

todos ellos aceptaran, no lo dudo,

en cancelación de sus acreencias la única moneda que

po eemos-

la gratitud,-valor

ine~timable

que no seco–

tiza en los mercados monetarios; pero que está en alza

continua en los bancos de las almas levantadas y gene–

rosas.

Grata y profundamente impresionados vuestros espí–

ritus con la autorizada palabra de los distinguidos ora–

dores que, en esta Asamblea os ha hecho gozar con su

arrebatadora elocuencia, no alzaría mi voz si un cleber

imperioso, una exigencia reglamentaria, no me precisa–

ra á ello, y si además, no considerara que la ley mi:-:tf:rio–

sa del contraste reclama la sombra al lado mismo de la

luz, para realzar la belleza del colorido

y

poner de mani-