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No obstante, el P ontificado cumple hoy su mJsJon,
como si estuviera en mejo res tiempos. P or todas partes
se siente la acción de su celo: á la propaga nda d r::l error,
opone la propaganda de la verdad, á la propaga nda del
ma l, la propaga nda del bien. P or todas partes crea cen–
tros de misiones, los dota de apóstoles celosos
y
de Obis–
pos, que renueven la familia Sacerdotal: con tra la inva–
sión torrencial de los progre"os ma teri ales, que la Igle–
sia bendice, pero de los que se abusa para fascin ar las
almas, ha creado una co rri ente lumi nosa de estudi os de
ciencias morales
y
teológicas. que enseñen al hombre su
grandeza
y
su alto destino. Apenas pudiera creerse que
un anciano de ochenta
y
seis años, extenuado por el tra–
bajo asiduo
y
los g raves cuidados de la cristia ndad , hi–
ciera tanto.
No abusaré más, señores, de V!Jestra excesiva indul–
gencia. Voy
á
poner remate
á
este, ya muy extenso dis–
curso, rememorando á la ligera otras glorias del Ponti–
ficado.
E l estudio de las reglas de los diversos insti tu tos rel i–
giosos, que ha suscitado en la Iglesia el espíritu de N ues–
tro Señor J esucristo,
y
qu e en va no qu ieren crear las s('c–
tas llamadas cristianas L a aprobación de esos institutos
y
de sus reglas, que han dado á la cultura cristiana po–
derosos factores. E l alarma dado a los pueblos contra
las sociedades secretas, que viven, nó en las catacumbas
de los mártires, sino en. los antros, en donde se preparan
los explosivos, que llevan la muerte
y
la desolaciÓn
á
los
parlamentos, á los domicilios privados,
á
las calles,
á
los
t eatros
y
hasta ....
á
los templos;
a l<~ rm a
fun dado en el
principio inconcuso de que toda sociedad secreta es dig–
na de sospecha, ora "porq ue los hijos de la luz aman la
luz", ora porq ue el secreto impide á la autoridad públi–
ca el averiguar el fi n, los medios
y
los propósitos de cual–
quiera asociación, que puede trastorn ar el orde n público,
alarma repetido desde León XII hasta el actual ilustre
P ontífice. Los institutos científicos, artísticos, literarios
y
de caridad, en q ue ha abundado siempre la R oma d e
los P apas, dando al mundo culto estímulo
y
ejemplo, des–
de los siglos más remotos del cristia nismo.
Los cien y ·cien templos, levantados por los Papas, á
la gloria del Altísimo, muchos de ellos sobre las ru inas