-151-
do
reconocen. que tCldos deploran
y
de la cual
e la–
m nlan hasta los más despreocupados. Ma ¿de qué si r–
ve este conocimiento especulativo
y
e ta lág-rimas esté–
riles, si cada uno en su esfera no trabaja con abnegación
y
constancia, á fin de alcanzar oportuno remedio?
YlJI
Felizmente este
Cong1·eso Católico
inaugurado en la
América del Sur, en la ilustre patria de
anta Rosa, mer–
ced á la iniciativa del Concejo Central de la
nión Ca–
tólica del Perú, secundado por los Consejo Departa–
mentales de dicha sociedad
y
bendecido ampliamente
.ror el Jefe Su¡.>remo del Catolicismo, es una speranza
para el porvenir. Colocado como luminoso faro en me·
dio de la tempestad que ruje
y
amenaza umergir á la
O·
ciedad, es el llamado
á
seííalar el sendero que debe se–
guirse para arribar al puerto seguro de la salvación, que
no es otro, en mi concepto, que la educación cristiana
ele la familia. Por Jo que, esperamos rle su inteligencia
y
celo, que entre us deliberaciones deben figurar la crea–
ción de Comisiones, en todos los centros departamenta·
J,.,s de la
nión, que se encarguen de la legitimación de
la unione
ilícitas, de
la
inscripción de la
familia en
la asociación piadosa de la Sagrada Familia, tan reco–
mendada por nuestro S mo. Padre León
-X.!
I 1, del acre–
centamiento de las escuelas dominicales,· ya establecidas,
y
de la protección de los hijos del pueblo abandonados,
1 s cuales. por f<1lla de una educación moralizadora, Yan
á
engrosar más tarde las filas ele los criminales.
H e concluíclo señores.
i no he llenado mi cometido
á medida de vuestros deseos, atribuidlo á mi insuficien–
cia;
y
e n mérito, siquiera de mi buena volunlad, di pen–
sadme las faltas en que hubiese incurrido en mi discurso.
Y
vosotro , honorables
y
dignísimo. miembro de es–
ta ilu tre Asamblea, recibid mis ardientes felicitaciones
por la obra magna, que con tanta abnegación )' entusia.–
mo habéi
ácom<"tido; atraed
á
yuestro senu
á
lo
caLÓ·
licos todos del Perú, para que unido. en la fe que nos
l eg<~ron
nue Lros padres
y
en los entimiento de la má
acendrada piedad, bajo las enseñanzas de la Santa Sede,