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omnímodo poder, ni Jos tribunos con sus demagógicos
discursos pudieron realizar; sólo se debe al Hombre-Dios,
ante cuyo nombre, mal que os pese, se dobla toda rodi-
lla en
el
Cielo, en la tierra
y
en los abismos........
!
(Pau.
ad Philipp. 2-ro).
VI
Remontémonos, señores, á los primeros siglos del cris–
tianismo; penetremos en las catacumbas, en esa especie
de colmenas subterráneas, en dond e los primeros cristia–
nos encerrados como laboriosas abejas
y
alimentados de
las flores de las virtudes. elaboraban el común panal de
la caridad, con que endulzaban
tod<~s
sus amarguras
y
se confortaban para resistir con valor la cruel persecu–
ción que sufrían de parte de los tiranos. Allí, en medio
de las más grandes privaciones, las familias, unidas por
el vínculo de la fe, vivían felices y contentas; la paz más
completa reinaba en sus corazones; los esposos
y
los hi–
jos, siguiendo las huellas de la
Sagrada Familia,
llenaban
todos sus deberes religiosos
y
sociales. Esa especie de
sepulcros, en que voluntariamente se encerraron duran–
te tres centurias de años, fué para ellos un verdadero al–
cázar en que se guarecían de la horrible tempestad que
rugía sobre sus cabezas: la tempestad de crímenes de
Roma pagana.
A medida que la semilla del EYangelio se propagaba,
producía sus frutos bienhechores: los ídolos caían derri–
bados por tierra, los paganos se convertían
á
millares,
abandonando sus antiguas costumbres; poco
á
poco des–
aparecía la prostitución, cesaban los sacrificios humanos,
y
la cruz regeneradora del mundo se elevaba triunfante
sobre las águilas capitalinas
y
se ostentaba victoriosa so–
bre la corona de los Emperadores. A la ley de la tiranía
sucedió la ley de la caridad, y la familia
y
la sociedad re–
cuperaron su perdido explendor.
Merced á la educación cristiana, minoraron los vicios,
pulularon por doquiera las virtudes;
y
su influencia bien–
hechora se hi zo extensiva
á
todas las clases sociales. Sí,
señores, de la educación cristiana de la familia han sa li–
do siempre, y salen ahora, esposos fieles, hijos piadosos
y
obedientes, vírgenes angelicales, sacerdotes apostó1i-