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SEGUNDO FUNDlMRNTO
me creyéredes y guardáredes lo que os tengo ordenado
y
m:mdado
comereís los bienes de la tierra, sereís abastailos de ellos, os los
daré yo con grande abundancia,
y
ma s, que no tendrá en ellos im–
perio la fortuna, que no puede quitar lo que no dió, siendo cierto
lo que dijo Sócrates
(1),
que no pued en ser cspelitlos del Templo
de la prosperidad los que entran en él por la puerta de la virtud.»
Entra tú por ella (como luego diremos)
y
1leja lo <lemas á Dios, que
todo lo que te conviuiere
('2)
te dará para añadi<lura de su reino si
tú le buscas como á sumo bien
y
último fin tuyo; que es gran sa–
biduría, por desprecio de estas cosas temporales, a<lquirit·
<11
des–
canso eterno. Y .pues asi es, vani<lad es busca r riquezas perecede–
ras y esperar en ellas ; vani<lad es desear honras y ensalzai·se con
ellas vanamente; vanidad es seg11ir el apetito de la carne,
y
es
anhelar por lo que te ha de costar tan caro; vanidad es desear larga
vida
y
no cuidar que sea buena; vani<laLl es pensar en solo esto
presente
y
no acordarse de lo futuro; vani11a1l es amar lo que tan
presto se pasa y no di sponerte para el gozo perdurable
y
felicidad
eterna. ¡Oh cn ;1 nto se ciega qui en no vé cuán limitados son estos
caducos bienes! ¡Oh cuán poco atiende
á
su instabili<lad quien los
procura olvidado de los sempiternos.
(1) Apu
11
Srn. t•pis!. 59.-(:2)
l\L1L1h.
G.