DE
L.\.
REFOHl\IACION Cl\ISTL\Nl.
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rados de las riquezas,
y
ti~nen:
todo cuanto han menester
~obrado
en abundancia, dice: Bienes daqos
á
hombres tan malos (
1)
no
son bienes, porque si lo fueran, Dios
no
fuera bueno, pues no
fuera justo, porque la justicia es ajustar los uiet1es y los males con ·
los suge tos á quien se dan, dando bienes á buenos y males
á
ma–
los. Pues si los turcos, moros, gentiles, heregcs y malos cristia–
nos están llenos de estos bjenes temporales, forzosamente hemos de
creer y confesar, ó qur. estos no son bienes verdaderos, ó que Dios
no es verdaderamente bueno y justo. Y es tan grande verdad esta .que
la alcanzó Séneca, pues dijo
(2):
«De ninguna otrn manera pudo
Dios mejor infamar los <¡ue
el
vulgo llnma bienes, que quitándosé- '
los
á
los buenos y dándoselos á los mnlos.
»
De tlon(le vino á decir
el otro sabig Lacedemonio, viendo pasar cierto hornbi·c rico, igno:–
rante y viciosisimo, muy lleno de galas y joyas
i
ccl\'lirad corno sa–
ca Dios á la vergüenza sobre este borrico los bienes tempor:iles.
»
l\!fas dirá alguno· que estos bienes tambien
Sl~
dan muchas veces
á
los buenos y
á
los muy queridos de Dios, corno
á
Job, David,
Abrnam, Isac y Jacob,
y
que el mísmo Cristo en · su Evangelio
promete
á
los que buscaren el reino de Dios
(~)
darles ese princi–
palmente, y por añadidura los hie11es de acá,
y
de hecho los dá á
muchos. A eso respondo, lo primero, que las riquezas de suyo, ni
son bienes ni son males, indiferentes est:ín para lo uno ó para lo
otro, segun en lo que se emplean, porqne el tenerlas•no uos quita
la santidad, ni el carecer de ellas nos la pone, ni !os grandt's esta–
dos cierran las puertas tlcl cielo, ui la pobreza y abatimiento las .
abre, sino el huen ó mal uso de ellas. Digo, lo segundo, que
no por eso dejan de ser bienes nparentes, sino qüe Dios se los
tlá
á
los buenos cuando él es set:vido, para que con el buen uso y des–
precio de ellos (11) consigan el reino de ·los cielos, y con su ejem -
plo enseñen
á
los demas, cómo y en qué los han de emplear. Pero
que no es ese el estilo ordinario que Dios usa con sus escogidos,
sino lo contrario, como lo usó con su Hijo unigénito, con la
Vít'-
(1 ) An scl. de Conlcmptu rnundi.-(2) Liu. de Dirina provi<lcncia c. 5.
-
(3)
lUallh. 6. u.
33.-(4)
A111b. lib.
1.
Ofli. c. 30.
..
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