DE LA. REFORllIACION CRISTIANA..
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vido de los demas reyes; tenido · de los judíos por el Mesías verda–
dero, adorado del mundo, pues Je los fines de él vino la reina Sa–
bá á echarse
á
sus pies
y
á
reverenciar su sabiduría
y
feli1~idad.
Si
apetecemos hacienda , no ha habido , ni
habt~á
, otro mas rico que
él, porque gozaba de las riquezas de todos los reinos
y
prov_incias
que David, su padre, sujetó los
máobit.as, siros, damascenos,
amalecitas, iduméos, y los reyes de allende , el Jordan
y
los Fi–
listeos,
y
desde el río Eufrates hasta los términos
~le
Egipto, de
quien recibia tributos muy crecidos, fuera de s·us posesiones, ga–
nados, tierras, cindaues, villas y lugares, imposiciones, pechos,
parias, diezmos, regalos, donativos, fiscos, penas de cámara
y
seiscientos sesenta
y
seis quintales de oro, situauos en las Ilotas
de Tarsis, que todo junto le rentaba en cada año (cuando menos)
cien millones, sin la herencia que su padre le dejó, de plata, oro
y
joyas, que
fué
la mayo1· que se puede innginar. Sacárase por
solo un legado pio que en su testamento le dejó para hacer el Tem–
plo de Jerusalen, qüe fué qe cien mil quintales de oro y diez veces
cien mil quintales de plata, que montan mas de dos mil cuatro
cientos millones, reducidos
á
nuestra moneda. El gasto ordinario
de su casa y familia eran cada dia novecientas fanegas de pan,
y
las trescientas de la flor de la harina, treinta vacas, cien carneros,
gran multitud de conejos, perdi ces , pavos, gallinas, capones, po–
llos, javalíes, venados
y
toilo género de conservas, confituras, fru–
tas
y
generosos vinos
('1 ).
Mas, seis mil quinientas fanegas de ce–
bada para cincuenta y dos mil caballos que tenia er1 sus reales ca–
ballerizas; los cuarenta
mil
de coches y carrozas, y los doce mil Je
rua, sin otras muchas acémilas de carga para el servicio de la casa
real. ¡Quién jamás llegó, ni llegará
á
semejante riqueza! Pues ya,
¿qué diré de sus regalos
y
deleites? Póngase el mas sensual
á
pcn–
sai· todo cuanto puede deleitar los sentidos,
y
no llegan\ con mu–
cho
á
lo que tuvo Salornon; porque (dejadas
á
parte cuantas cosas
hay que ver
y
estimat· dignas de precio en el mundo) tuvo para
los ojos preciosa diversidad de telas del mas rico tributo del Ofir,
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l\1ral '22.