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.

DE LA

LIMOSN~.

257

con mncho logro

y

ganancia te hace rico el dia del juicio; porque

nc11de la limosna mejor

qu~

fa

buena semilla sembrada en buena

tierra de regadío. El que sembrare cogerá sin falta, dice san Pablo;

pero cogerá segun sembrare: si poco, poco, si mucho, mucho: las

riquezas, dándolas,

y

repartiéndolas á pobres se conservan, aumen–

tan,

y

multiplican,

y

guardándolas se pierden, como

el

trigo, que

guardado se pudre

y

pierde,

y

sembrado se multiplica: dar la

hacienda por amor de Dios, no es echarla á mal, sino ponerla

á

muy buen recaudo: créeme que es la hacienda del limosnero como

el agua del pozo, qne mientras mas sacan de ella, mas mana; pero

la estancia se

pudr~

y

no es de prnvecho. De l\'laesimas Sirio, cuen–

ta Teodorn, que tenia dos tinajas, úna de aceite

y

otra de harina

para dar á los pohrrs ,

y

que por mas que sacase de ellas, jamás se

:igotaban. J_.o mismo le aconteció

á

la viuda de Elías, porque acu–

dió primern al pobre, que al hijo,

y

ü

la necesidad agena, antes

que á la propia; porque el arte de la s artes,

y

la traza mejor para

que todo sobre,

y

se multiplique la hacier;da, es dar limosna, que

no qui ere Dios le ll eve el hombre ventaja en ser misericordioso:

á

quien da mucho, da su 1\Iajcst:ul mucho mas,

y

como sobre apues–

ta le enriquece, qu e no podrá el hombre tlar tanto, como Dios le

tlará: liien csperirncntó esLo Cosrne de

l\'Ié1lici~,

primer duque de

:Florencia, q11e solia <lecír: <lesp11es q11e asenté compafiía con Dios he

hallado en mis lihrns de caja, que en cada partida he recibido de su

liberal mano, cien veces mas de lo que yo le he dado

á

sus pobres.

5.ª La fIUinta sea porque tú has <le pedir

~r

ciclo, á quien ahora

te pi<lc una limosna,

y

si se la niegas

á

Dios, él te negará su reino,

y

si se

la

<las , te abrirá las puertas del ciclo dcspucs de haberte li–

brado en el día malo:

y

cuando las columnas del r,ielo se estreme–

cerán,

y

los malos llenos de asombro, veráu (como dice san Am–

brosio) de fuera el mundo ardiendo, <lcntrn de sí su conciencia que

los atormenta:

á

la diestra, sus p0catlos que los acusan:

á

la iz–

quierda infinitos ,Jcmonios que los esperan: ahajo

el

horrendo po·

zo del tenebroso abismo que los quiere tra ga r;

y

arriba el juez airado,

c¡u e los maldice

y

condena, dcgradünd olcs de la

fe,

Je la esperan–

za , de la s gracias

gratis datas et

adqiúúlas,

quedando <lesnu<los

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