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jfí8 '
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THATA.DOQUINTO
ele todo
lo
.bueno, para entregados al fuego,
y
vestidos con sambe-
-nito infame,
y
hábito_de
gal~otes
, parn . remar -eternamente en las
galeras infernales. Enton?es los misericordiosos estarán confiados en
f
la divina misci;icordia (1). Pordiosero eres,
_y
mendigo de Dios; si
deseas que él te conozca
y
favorezca como
á
.tal en el dia de su ira,
-conoce
t;~1,
·Y.
favorece
á
10s pobres en el tiempo de su misericordia.
¡Oh qué .buenas nuevas para el limosnero, que en aquel auto gene–
ral de todas las ériaturas; el mismo Dios pregonará sus limosnas,
y
las reconocerá por deudas propias,
y
dará
1~or
ellas
eler~ia
paga, co–
mo se lo prometió
á
santa Catalina de Sena, porque no teniendo
que dar á una pobre, que le pidió una limosna,- le <lió· una cruz de
plata que solia traer al cuello;
y
apareciéndosele Cristo nuestro Se–
ñor aqtiella noche, se la mostró
y
le dijo , que el dia del juicio Ja
l1abia de
~1ostt·m·
públicameute, y dar testi.monio de su mucha pie–
dad·
y
misel'icordia. Pues .si ·pretendes ganar honra
CO!l
tus riquezas,
dicé san .Ambrosio: considera, qué homa
y
gloria tan grande será
la de aquel dia ' cuando toda aquella gente' que se alimentó
y
sus-
. tentó de tus troges
.y
graneí·os; te i·odeará
delan~e
del tribunal del
· justísimo Juez diciendo,
y
testificando la caridad,
y
lismona que
habrá recibido-de
tí
llamándote su pastor, su padre, su tutor pio,
y
misericordioso
y
benigno; si d gentil que tenia á cargo el ·go–
füerno de
un~ provÍl~cia
ó ciudad, en el te,atro (donde solia juntar–
se el puehlo) daba,
y
derramaba, sin qué, ni para
qué~
solo por
va~idad,
grnn parte de su hacienda en los representantes,
y
corn–
hatie.ntes (que llamaban Glad.iatores) para ganar el aplauso popular,
tú cristiano
y
rico,
y
eclesiástico,
y
prelado,
y
príncipe, has de du–
dar en ser largo
y
liberal con los pobres, sabiendo que de semejante
liberalidad tan junta y'pia, el juez
l~a
de ser Dios; el vulgo que Ja
celebre coh aplauso; los ángeles, los pregoneros de ella; Jesucristo
nuestro Señor,
y
cuanto ha habido
y
habrá, donde la alabanza no
se concluirá con el dia, sino durará para siempre: la corona no se–
rá de oro ,sino de justicia; la honra y señodo no de una ciudad so–
la, sino de un reino eterno· del ciclo•
(i)
Aug. ele verl.J. DÍii. Ser.
Cli1:is.
~5.
cap. 8. cp. ad. Rom.