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~33
que ni tú los
enti~nde!,
ni él quiern qne los entiendas, porque
á
t1
no te perttmece,
h~
aun te conviene saberlos, sino hacer de tu
parte lo que estás obligado para salvarte? ¿Quién sabe mejor que
1
el demonio la certez!l de la ciencia de Dios, y la eficacia de sus se–
cretos? Y no poi· eso deja de hace1· de su parte cuanto puede, para
impe<lirnos la salvacion, buscando como fiero leou
á
quien tt·agar,
pudiéndose esta1· mano sobre mano, esperando que se le vengan
á
ellas los précitos ; pues que los predestiuados se han de escapa1· de
ellas, por mas diligencias <1ue él haga. Mas porque sabe muy bien
que la ciencia, y <lecretos de Dios no violentan nuestra lihe1'tad,
hace lo que hace. Estaban ciertos lahrndores sembrando , y pas<l
santo Tomás por junto de ellos, conociérnnlo, y preguntárnnle este
punto de la pretlestinacion, y
el
santo les respondió : Pregunto yo,
¿sabe Dios si habeis Je coge1· trigo de esta sementera ,
ó
no? Rié–
ronse de él,
y
dijernn, clarn está que sí, replicó el santo, pues si
Dios sabe que habeis de coge1· trigo, no sernhreis , etc. Dijernn
ellos :
¡
Qué gentil razon
!
Clarn está que si labramos bien la tierra
· y la sembramos, que cogeremos,
y
esto lo sabe Dios; pero si no
sembramos, tarnbien sabrá, y sabe., que no cogeremos : á ·esto
1·espornlió santo Toñ1ás: pues romped la tierra de vurstra carne con
penitencia , y semhra<lla de virtu1les, y escarJadla de vicios, y li–
h1·es de temores cogereis
el
fruto de la vida eterna. Así lo Jebes tti
liacer, dando de mano
:i
esos tos temores , aunr¡ue no sepas qu
l~
estás predestinado, y vive tlc manera: que tus ohras te pue<lau ser
indicio, y 1.la1· esperanza de que lo est:is, · guar<lawlo los manda–
mientos, que no pidió mas Cristo al otrn mozo <lcl Evaugelio para
su salvacion, ni
á
tí
tampoco, y te pi·ornete la gloria, si los guar–
das, y
lú
con su gracia puedrs guardarlos; pues para esto , ¿qué te
importa saber esotro? Haz
Lú
lo que Dios .te manda, y
Le
salvarás.
Y aunqne su i\lajestad te revele que te has <le coIHlenar, persuá–
dete que es amenaza, como él mismo lo declaró cuando dijo (1):
si yo dijera el pecador que se ha <le condenar,
y
él hiciera la de–
bida penitencia, se salvará: luego por
tí
<{lJCtlad
el
110
salvarte, si
(1) Ezech. 3. n.
ts .
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