DE L,\ SA. TISFACCI0N OBLIG.\TOUL\.
183
porque p:ira la que nos tuvo el demonio, entró la muerte en el
mundo, y todos los males de
él.
Por la envidia de Cain murió el
justo Ahel, primer sacerdote, primer vírjen, y primer mártir; por
la de sus hermanos, padeció el casto José ; por la de Saul , el pro-–
feta David ;
y
por la de los judíos fue crucificado el Hijo de Dios.
Es este infame vicio un cruel verdugo salido <lel mismo infierno,
c¡ue aílije
y
castiga
á
su propio dueño, porcprn él induce
á
gravísi–
mos pecados, roba
la
paz, oscurece la razon , fatiga el entendi–
miento, quita la sabiduría, destempla el alrna, abrasa el corazo11,
altera el cuerpo, seca las carnes, consume la vida, pu1lre los hue–
sos, y destruye todas las virtudes.
El tercero es la suma de la caridad: q11erer para tu prójimo lo
que quieras para tí, alegníndote de sus prosperidades, y entriste·
ciéudote de sus adversidades, como si á tí mismo te sucediese.
El cuarto es pedir
á
nuestro Sct'íor haga hicu á aquel de quien
te viene la envidia, acrecentándole los bienes,
y
librándole de los
males: y
t.ú
suplica
á
su Divina Majestad te lihrc de este vicio, que
es muerte de la vida,
y
peste de Ja naturaleza.
CAPITULO VIIL
DE
LA
PEREZA.
La pereza es una flojedad
y
caimiento de corazon para todo ejer–
cicio virtuoso,
y
una tristeza tan desordenada, que causa tédio, y
hastío para no arrastrar
á
cosa buena; ella nos pone temor eli la pe–
nitc11cia, pusilanitnidad en la virtud, descuido en la observancia de
Ja divina ley, iuconslancia en las buenas obras, desmayo cu las
tentaciones, sueño demasiado en la oracion, negligeucia e11 cum–
plir con nuestras obligaciones,
y
gusto en las cosa3 vanas,
é
ilíci–
tas, que ponen
á
riesgo la salvacion; mas porque mejol' conozcas los
malos afectos de este vicio, te pondré aquí las señales del perezoso (
1
).
1.
ª
Reza sin espíritu, ni ateucion.
:l.ª
Asiste en los divinos Oficios, sin fruto.
( 1) Casia u. lilJ. 10. cap. 2. 3.
&
f¡_.
ner.
Srr.
G.
de A
SC(' l) S.