l>E LA. OBI.UH.CION SUlSFACTOl\L\..
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dignidades
y
honras por consegui1· sus gustos. ¿Qué codicioso has
conocido lerdo,
y
flojo en anmenta1· su caudal '? ¿Qué ambicioso,
qne no beba los vientos por sus mejoras
y
acrecentamientos? ¿Qué
hombre lascivo,
y
aficionado, que pierda ocasion , sin asirla de la
melena? ¿Tú solo has de se1· el desc11 idado en el
rn~gocio
de tu sal–
vacion? Avergüénzate de ser tan negligente en el bien de tu alma,
siendo tau cuidadoso,
y
solicito en lrnsca1· tu regalo,
y
en hui1· del
trabajo;
y
si eres religioso, consi1lera los ejemplos que te dan los
fervorosos ,
y
santos religiosos. ¿Qué tiene que ver tu humildad con
la de san l<'rancisco? ¿Qué tu carida1l con la de santo Domingo'?
¿Qué tu amor para con Dios, con el de san Ag11stiu? ¿Qué tu
oracion con la de san Ignacio? ¿Qué tu penitencia,
y
11101·tificacion
con la de los descalzos de tantas órdenes? Al mismo Sei'ior sirves tú
que ellos sirvieron; el mismo premio csperns que ellos gozau; el
mismo estado prnfcsas, que ellos prnfesarou : ¿pues por qué
110
les
imitas? ¿Por qué no te afervoras? ¿Por qué no desechas tle tí esa
flojedad,
y
pereza? ¿No ves el daño que te haces? Tus pasiones,
y
afectos desordenailos te provocan mal; t.n carne te incita al regalo,
el mundo
á
la vanidad, el tlemonio
á
totlo género de pecados ,
y
tú
durmiendo,
y
holgando t.e piensas resistir? l\Iucho me temo qui!
has tic decir (
1):
paráromuc tic vuella,
y
media;
y
110
me <lo lió,
arrastráronmc,
y
uo lo sentí;
y,
¡ay
de tí, si despues de caitlo,
maltratado
y
rendido no lloras, ni escarmientas!
El sesto
y
último, sea el ejemplo de Cristo nuestro Señor,
1111c
se ocupó siempre con grande fervor en las cosas que perteneciau
:l
nuestra salutl eterna, l'jercitanclo todas las virtudes para nucslro
l'jemplo; él curó tu soberbia con su hu111iltlatl; tu avaricia con su
pobreza ; tus deleites
y
gustos sensuales con sus dolores ; tu ira con
su mansedumbre; tu envidia con su cari1lad; tu gula con la hi el,
y
vinagre que le dieron
á
beber,
y
tu pereza con los i11mcusos tra–
bajos que por
tí
padeció; pues si el Seüor 1lc la Majestatl tanto
pasó por tu bien,
y
saluJ eterna, ¿cuánto scr:í bien 1¡111i
t1't traba–
jes? Si Dios por librarte de tus cnlpas vclú ,
~ u1lú,
trak1jo,
y
fu e
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