TRATADO c·uARTil.
DE LI..
S ..
l..TISF~CCION VOLIJ~'l\1..RI&.
CAPITULO PRIMERO.
CUÁN USADA HAYA SIDO DE LOS S.\NTOS.
En un instante se quiebra un hueso, se tfosconcierta una mano,
se tuerce un pie, se da una caida, se recibe un balazo, una estoca–
da ó herida,
y
mucho tiempo,
y
á
veces toda la vida se padecen
dolores intolerables en soldarse, en concertarse, en curarse: así en
breve se hace un pecado mortal, que es la mayot· quiebra,
y
des–
concierto del alma, y la mayor hericla, enfermeda1l
ó
caída; que
ella puede tener, y ha
<lP
durar mucho la cura y el dolor de haherlo
hecho. Un solo bocado é1ue comió Ada u le costó tan caro, y le fue
tan amargo, que mas de novecientos alíos que vivió, los gastó en llo–
rar
y
gemir. San Pc1iro en breve negó á Cristo, y toda la vida le
duró la penitencia; huyó de la gente, f1wse
á
un lugar apartado
:í
llorar amargamente su pecado: allí llenaba el cielo de quejas, el aire
<le suspiros,
y
los ojos de lágrimas, de tal manera, que tenia he–
chos en el rostro, canales ó surcos por donde corrian. La l\Iagda–
lena
('1)
con haber oitlo <le Cristo: tus pecados son perdonados, ve·
te en paz
~
se retirú á un risco,
s1~
e11cl'l'l'Ó en una cueva, se condenó
á
perpétuo ayuno
y
rigot'; se <lió á las ltígrimas,
á
la penitencia,
:í
la oracion, teniendo por cama el suelo, y por regalo el cilicio,
y
el
silencio, no pot· un mes
ó
dos, sino pot· espacio 1le
trei11ta ailos.
Dayid una vez dijo (2): si, al deleite, y toda la vicla le pagó usuras
de dolor, pues estando pe1·donado, mezclaba su bebida con lágrimas
las cuales eran su pan ordinario, que todo se come,
y
se consumía,
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)J.uc.
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