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instigacion del egipcio Macriano, dado

á

la má–

gia, decretó la octava persecucion. Fueron mar–

tirizados en ella los papas San Eslevéln y San

Sixto Il, San Lorenzo, diácono de la Iglesia ro–

mana, que fué nsado en una parrilla

y

el célebre

San Cipridno obispo de Cartago.

No~re:na

persecucio:n -

El emperador

Aureliano que

a

principios de su reinado

110

ha–

bía sido hostil á Jos cristianos, creyendo mas

tarde halagar al pueblo

y

complacer al senado,

decretó

á

fines del siglo tercero (275) la novena

persecucion que no fué tan general, ni sangrien–

t::i

como las anteriores. En Roma

fué

martirizado

el papa San Fclix I y en París, San Dionisio,

fundador

y

obispo de Esta Iglesia , el presbítero

Rústico

y

el diácono Eleulerio. El sitio en que

fueron inmolaJos se

li~mó

:Mon te de los Márti–

res, nombre que ha sta hoy conserva

(JJf

ontrnar–

tre.)

Décima persecucion. -

El emperador

Diocleciano persuadido de Ja necesidad de dar

unidad al degenenido Imperio romano se vió

en la alternativa de haderde la religion cristiana

fuese la dominante, ó destruirla para hacer pre–

valecer el paganismo. Adoptó el segundo par–

tido ;

y

á

principos del siglo cu arlo

(303)

decretó

la décima persecucion, en cuyos edictos, ademas

de obligará los cristianos

á

renegar de su

fé,

se

mandó encarcc13r á los obispos, quemar los

libros sagrados, demoler las iglesias

y

vender

sus bienes en subhasta pública. Fué tan grande

el número de los mártires que en esta época

perecieron

y

tan atroces Jos tormentos que se