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._ 55 -

<lijo al pueblo :

ce

Yo no encuentro

á

este hom–

bre culpable de los crímenes de que le acusáis;»

pero el pueblo redobló sus gritos pidiendo su

muerte. Habia la costumbre de poner en liber–

tad

á

un criminal en la festividad de la Pascua;

y esperando Pilatos salvar á Jesus dijo al pue–

blo: - «Hay en este momento un insigne cri–

minal , á la vez ladron

y

asesino, Barrabas; ¿á

quién querei s que os suelte

á

Barrabas ó á Je–

sus?» Todos gritaron: - aHaz morir

a

Jesus,

suelta

á

Barrabas.» Aun insisti ó Pi.latos: -

«¿.Qué quereis que haga con el rey de los judios?»

Ln multitutud gritó: - ccCrucificale! crucifi–

caleb

Enlónces Pilato entregó á Jesus á los soldados

que ). despues de haberlo azotado cruelmente,

le quitaron sus vestidos y le pusieron un manto

de púrpura, una corona de espinas en la cabeza

y una caña en las manos, y arrod.illando se de–

lante de él, le escupían el rostro y le golpeaban,

diciendole :

a:

Dios te salve rey de los judios. »

Pilatos hizo un último esfuerzo por salvar

á

Je–

sus, y presentandolo en ese lastimoso estado

ante el pueblo dijo:¡

n:

Hé aqu! el hombre;» Pe–

ro la multitud gritó: "Cruciticale

!

crucificnle

!

nosotros tenemos nuestra ley y segun ella debe

morir, porque se ha llamado hijo de Dios. »Aun

tr.ataba Pilatos de salvarlo; pero los judios le de–

cian : « Si pones en libertad

á

este hombre no

eres amigo del César; porqua cualquiera que se

hace rey es enemigo del César. ¡ Crucificale ,

crucifica le !

»

Viendo Pilatos que crecia el tumul–

to temió,

y

haciendo que le llevaran agua, se